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jueves, 11 de diciembre de 2008

Regresar antes de partir

La paulatina disminución de los flujos migratorios que llegan a Canarias de manera ilegal por vía marítima, no sólo está condicionada por el aumento de la seguridad y las restricciones fronterizas. Esa es, al menos, la opinión de algunas organizaciones no gubernamentales y humanitarias que trabajan en África. La crisis y, sobre todo, la inseguridad que reina en algunos de los puntos por los que diariamente transitan los inmigrantes ilegales, está provocando que, literalmente, sean miles los subsaharianos que deciden darse la vuelta antes de llegar a las zonas costeras de Mauritania.

En este sentido, la Cruz Roja de Nuadibú explica que la travesía del Sáhara por Argelia está considerada como la parte más complicada de la travesía, peor incluso que el ya de por sí peligroso viaje en cayuco o patera hacia las Islas. "Las condiciones a las que se enfrentan en el desierto y los constantes asaltos de bandas que les roban el dinero o agreden, está frenando cada vez más a los subsaharianos", expone un miembro de Asamblea de Cooperación por la Paz. A esta circunstancia, además, hay que añadirle la represión que a menudo ejerce la Gendarmería argelina, que recientemente reconoció que en lo que va de año ha detenido a cerca de 6.000 sin papeles. Al respecto, distintas organizaciones no gubernamentales como Prodein y Paz Ahora vienen denunciando desde hace años que las autoridades marroquíes deportan sistemáticamente a inmigrantes subsaharianos a zonas inhóspitas del Sáhara. Muchos de ellos no pueden soportar las condiciones extremas y terminan falleciendo. De hecho, desde 2005 Médicos Sin Fronteras posee varios equipos de asistencia en diversos puntos del desierto, para prestar ayuda a los clandestinos que lo necesiten.

Según Paz Ahora, las expulsiones a territorio argelino se realizan sin que el Gobierno de Argel acepte a estas personas. La organización humanitaria agrega que donde son deportados los inmigrantes no hay agua ni comida, sólo arena, lo que ha provocado que sólo en los últimos nueve meses haya habido decenas de muertos y un número indeterminado de desaparecidos.Pero la odisea de los irregulares africanos que tratan de llegar al Archipiélago no sólo acaba en el desierto. Por ejemplo, a los que consiguen alcanzar Marruecos les queda lidiar con las fuerzas de seguridad marroquíes, que periódicamente realizan redadas en Essaouira, Marrakech y Safi. De ellas no se libran ni los demandantes de asilo, principalmente de Costa de Marfil, Sierra Leona y el Congo, tal como denuncia la Plataforma SOS Racismo.

Según testimonios de los propios inmigrantes auxiliados por Cruz Roja, "nada más cruzar la frontera de Argelia, nos expulsan en camiones, como animales". Los que consiguen volver a sus países regresan tan frustrados y asustados que no piensan en intentar otra vez el combate", recalcan las mismas fuentes. Las irregularidades burocráticas y administrativas son una constante, como asegura Jueces para la Democracia (JPD): "No hay asistencia legal, las detenciones son cuestionables en muchos casos y las deportaciones violan todos los derechos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas".

Incumplimiento
Mauritania firmó en 2003 un acuerdo con España que la obliga a readmitir en su territorio no sólo a los mauritanos, sino también a ciudadanos de terceros países si se verifica o se sospecha que intentan viajar a nuestro país desde la costa mauritana. En la práctica, sin embargo, "el país se ha convertido en la policía de Europa para luchar contra la inmigración ilegal lejos de nuestras fronteras", asevera Amnistía Internacional (AI).

Las personas detenidas en Nuadibú acusadas de querer marcharse a Canarias son recluidas en un centro, conocido como ’el pequeño Guantánamo’, hasta que son expulsadas a las fronteras de Senegal o Malí. En esta antigua escuela, que paradójicamente fue restaurada en 2006 gracias a la ayuda del Gobierno español, tampoco existe asesoramiento legal y los internos viven en condiciones infrahumanas. Algunos de los recluidos denuncian continuos malos tratos, robos y abusos de poder por parte de la policía mauritana.

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