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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Inmigración y ’efecto Potemkin’

Causa algo de perplejidad cómo hay noticias a las que se dan grandes aparatos luminosos, pero pasado el tiempo presentan un fondo inconsistente,y como, en cambio, hay otras informaciones de contenidos fundamentales que pasan no digo que inadvertidas, pero sin la repercusión social que merecen, cuando reflejan circunstancias a las que deberíamos prestar atención porque tal vez nos ofrecen un retrato más cercano a la realidad de nuestra sociedad.Hace unos días publicábamos los datos de que en lo que va de año, un 72% de las propuestas de devolución que pesaban sobre inmigrantes que entraron irregularmente en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, no llegaron a ejecutarse.

En concreto, dice el trabajo de José Luis Cámara, que de las 5.566 personas a las que se les abrió un procedimiento de devolución (en su mayoría, africanos, que llegaron en cayuco), sólo 1.571 fueron devueltas a sus países de origen. El resto, casi 4.000 inmigrantes, o se quedaron aquí, o fueron trasladados a otros lados, mayoritariamente a la Península, pero tambien a Fuerteventura, donde supuestamente quedaron a cargo de organizaciones no gubernamentales y de acogida. Según se resalta en ese reportaje, en la práctica la mayor parte de ellos en verdad son abandonados a su suerte después de dos o tres días de estancia.No pretendo que de estos datos tengamos que sacar conclusiones morales buenas o malas, sino simplemente que aparentemente muchos estamos en un ejercicio de hipocresía social, cuando damos gran relevancia a las llegadas de las embarcaciones de los inmigrantes, aceptamos como ciertas las aseveraciones de que esos inmigrantes son devueltos a sus países de origen, pero luego preferimos mirar hacia otro lado cuando los datos fríos, no las especulaciones, nos dicen que 72 de cada cien personas que entraron irregularmente no llegan a ser devueltas.

Nos escandalizamos por el relato de las penalidades en la travesía y exhibimos compasión ante las imágenes... y así parece que hemos cumplido y, almas piadosas y progresistas, ya no no ponemos mucho más interés en saber si se cumple o no la ley que nos dimos nosotros mismos y saber si los gobernantes realizan esas devoluciones que se supone que les competen y que deberían ser la prueba de su eficacia en el cargo,y sobre todo, en conocer, si no volvió a su país, cuál fue aquí el destino de aquel cuyo rostro dio una buena foto de portada.El problema se lo pasamos a otros, aunque no queramos saber muy bien quién. Si nos interesara y fuéramos los compasivos que todos decimos ser, nos preguntaríamos qué fue de estas personas. Y si estuvieramos interesados en la aplicación de la legalidad, nos movilizaríamos ante un panorama en el que reconoce que la Administración española, por uno u otro motivo, incumple en 72 de cada cien casos de inmigración irregular que caen bajo su responsabilidad para el retorno al país de origen y los deja luego a su suerte.

Quizás nuestras autoridades, especialmente las nacionales, que son las que tienen las competencias, llevan demasiado tiempo aplicando el llamado 'efecto Potenkim', el ministro de la zarina Catalina de Rusia, de quien se dice que cuando la soberana visitaba pueblos del país, hacía levantar previamente escenarios que aparentaban prosperidad y en los que todo iba maravillosamente, aún cuando por detrás existía la realidad de la miseria y la pobreza de los pobladores.Aquí, en la inmigración, si uno observa las declaraciones oficiales y las estadísticas reales, ¿no les parece a ustedes hallar algo impostado, un 'efecto Potenkim', y que hay otra cosa más sombría detrás del escenario?

Por Manuel Iglesias (subdirector del Diario de Avisos de Tenerife)

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