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martes, 18 de noviembre de 2008

"La mayor parte de los adolescentes que cometen actos violentos son reeducables"

Un día de abril de 2000, en un pueblo de Murcia, un joven de tan solo 16 años salió de su habitación con una catana en la mano, fue al dormitorio de sus padres y de una sola vez cortó el cuello de su madre. Su padre se despertó e intentó defenderse, pero su hijo le partió la cabeza con la espada al igual que hizo con su hermana menor que padecía Síndrome de Down. Hasta el momento, este joven había sido un chico normal, la misma normalidad que demostró cuando declaró ante el Juez tras ser detenido por este espeluznante crimen. Este joven se encuentra ahora, tras pasar seis años en un centro de internamiento, en libertad vigilada.

Más reciente, tenemos el caso de la menor de Ripollet, que a principios de este mes murió degollada y apaleada por colgar en Internet un vídeo besándose con su presunto agresor, Sergio de 15 años, y a éste no le gustó porque tenía novia. Fue a su domicilio y le dijo que salieran alegando que iba a darle una sorpresa. La joven fue hallada muerta en un descampado cercano a su casa al día siguiente. Había sido degollada y tenía varios navajazos. Su cara estaba deformada por los golpes.

Pedro Javier Rodríguez es pediatra especializado en psiquiatría infantil y juvenil del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria y asegura que, a pesar de estos "casos puntuales" la violencia juvenil no se ha incrementado.

-¿Qué es lo que lleva a un menor a matar a sangre fría a toda su familia y a actuar de una forma tan violenta?
"Es una suma de factores y, muchas veces, es difícil delimitar qué parte de esos factores tiene más culpa. Por un lado está la propia personalidad, es decir, la posibilidad de que hayan elementos de enfermedad mental debajo de estas acciones. Por otro lado está la parte social y hasta qué punto estas acciones están influidas por elementos del entorno, como por ejemplo, la cultura o la situación económica. Y después están los elementos que tienen que ver con el momento social actual. Es importante decir que alrededor de la violencia juvenil se crea mucho miedo, mucha ansiedad".

-No es de extrañar, puesto que en los últimos tiempos se ha incrementado la violencia entre los jóvenes de forma alarmante...
"No parece tanto que haya aumentado como que los casos que hay sean más visibles y sean más raros, digamos más elaborados. Casos de más impacto social, por no ser un acto de violencia tradicional. Lo que sí creo que se han incrementado son los casos de violencia gratuita que a la gente le preocupa mucho. Creo que esto va por ciclos, por temporadas, pero, sinceramente, aunque haya una percepción de que se ha incrementado la violencia juvenil, las estadísticas dicen lo contrario. Pero insisto, los casos más graves por su elaboración por su rareza sí que han aumentado aunque en líneas generales, de manera global, no lo parece. De hecho existía más violencia hace unos años que ahora".

-¿Qué es lo que ha cambiado? ¿Somos una sociedad más violenta ahora?
"Cuando era pequeño e iba a jugar al fútbol era raro el día que no saliera del partido con una brecha en la cabeza de una pedrada. La percepción es que hace 30 años había mayor violencia en general, y la sociedad va evolucionando a una sociedad menos violenta. Lo que pasa es que al existir unos casos paradigmáticos, como el chico de la catana, que probablemente no existía hace 30 años, se da esa sensación. Estos casos si que han aumentado por el plan tan elaborado y la violencia con la que se ejecutan. Pero no son frecuentes, son puntuales y, por supuesto, crean mucha alarma social. También ahora mismo la importancia de los niños y de los adolescentes en la sociedad es mucho mayor que antes. Y me explico, ahora el móvil nuevo se lo dan al niño y el padre se queda con el viejo, cuando antes esto no ocurría. Ahora hay una especie de adoración al niño. Estanos en una sociedad que adora al niño, donde éste se ha convertido en el elemento central".

-Puede que ocurra esto por la compensación. Me explico. Padres que trabajan, niños que están solos, que se ven obligados a ser mayores antes de tiempo...
"Y los adultos nos sentimos culpables de esto y nos vemos obligados a compensar al menor con todo lo que tengamos a nuestro alcance".

-¿Son reeducables estos menores violentos?
"Por supuesto. La mayor parte de los adolescentes que cometen actos violentos pueden ser intervenidos y evitar que continúen con esta conducta en el futuro. De hecho, contamos con dispositivos para ello, y las cifras de adolescentes que disminuyen sus actividades violentas es importante, aunque siempre hay un porcentaje que es más complicado. En cualquier caso, hay que tener en cuenta la parte social. El intervenir sobre un chico no sirve de mucho si no lo hacemos sobre toda la estructura social que rodea al menor, como la familia o los amigos. Aún así, es complicado, porque la mayor parte de las veces el menor no sólo no se ha desarrollado en un contexto adecuado, sino que éste contexto ha maltratado al niño, llevando a que éste desarrolle una afectividad equivocada. Si encima a esto se le une un entorno social negativo, donde no hay normas, no hay respeto, ni hay una serie de valores, ni un ambiente cultural y social en la calle determinado. Esto es un cóctel explosivo".

- El Fiscal de Menores dijo hace poco en una entrevista concedida a este periódico que los padres creen que la Fiscalía es como un tren de lavado donde metes al niño y te sale licenciado en medicina...
"Efectivamente. Los niños son un reflejo de la sociedad. Lo que se ha modificado es la sociedad en conjunto y, en ese sentido, los menores también se modifican. Y es muy difícil el aprendizaje cuando tu ves en un coche bueno a un señor y a una señora con sus hijos en el asiento trasero y uno de los dos sale por la venta y lanza varios improperios a otro conductor. Pues mire usted el ejemplo que le estamos dando al menor ¿no?".

-¿Cómo es el trabajo con un adolescente?
"La violencia de un menor nunca viene sola, viene acompañada de todo un entorno. Tenemos que desarmar la psicología de un adolescente y armarla de nuevo y como comprenderá esto no es nada fácil, porque lo primero que te dicen es "¡yo no estoy loco!" y, al final, te das cuenta que lo que aprendes de ellos es casi más de lo que tú les puedes enseñar".

Publicado en el DIARIO DE AVISOS
Autor: María Fresno

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