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domingo, 16 de noviembre de 2008

La crisis en primera persona

Más allá de las cifras que conlleva la actual crisis económica en la que nos encontramos sumergidos, se esconde una realidad más cruda, la que encarnan miles de personas que, por uno u otro motivo, se han convertido de la noche a la mañana en damnificados de la recesión. Muchos de ellos, hasta hace poco, pertenecían a la clase media, responsable de mantener un país que vivía instalado en una burbuja que ahora se disuelve vertiginosamente. Para radiografiar a este grupo de nuevos necesitados, DIARIO DE AVISOS ha contactado con Cáritas Diocesana de Tenerife que, entre otras muchas personas, ha acudido al rescate de Andrea (la llamaremos así para preservar su intimidad), una madre soltera de 29 años a quien la crisis ha puesto en una situación más que complicada.

Con más de 190.000 parados, Canarias se ha convertido en una de las comunidades autónomas más afectadas por la crisis. No en vano, los graves problemas de sectores como el de la construcción o el de los servicios -dos de los más afectados por la recesión en el Archipiélago- ha puesto en jaque a miles de familias de las Islas, que han tenido que acudir con urgencia a entidades de beneficencia y ONG para resolver sus necesidades más básicas. Así lo expone Leonardo Ruiz del Castillo, director de Cáritas Diocesana de Tenerife. "Estamos desbordados". "Hay algunas cáritas parroquiales en las que la demanda duplica los ingresos. De hecho, a muchas familias a las que se les estaba dando un vale de alimentos de 30 euros, han tenido que compartirlo, o no se les puede dar porque hay que atender a otras más necesitadas", denota Ruiz del Castillo.

Fondos propios
Y es que estas ayudas de la acción social de base de Cáritas proceden única y exclusivamente de los fondos de la propia comunidad, de las personas que aportan en misa, donativos, cuotas de socios o personas de buena voluntad que aportan su granito de arena para ayudar a los demás. "En estos fondos no hay subvenciones públicas ni de empresas privadas", agrega Leonardo Ruiz, quien reconoce que "por culpa de la crisis estas aportaciones han disminuido, porque está afectando a todo el mundo". "A unos, en mayor medida, que son estas personas que tienen que venir a pedir a Cáritas; y a otros porque, aunque tengan un sueldo, los precios y el nivel de vida han subido brutalmente y el poder adquisitivo ha bajado considerablemente", incide el responsable de la ONG en la Isla.

En este sentido, desde el departamento de compras y donaciones de Cáritas han constatado que artículos de primera necesidad, como la leche y el pan, han subido más de un 45% desde principios de año. Este aumento de precios, además, se produce en un contexto de escalada del paro y pérdida de poder adquisitivo de las familias, muchas de las cuales dependen en Canarias de la pequeña y mediana empresa. "Muchos empresarios han optado por bajar los sueldos para no despedir a sus trabajadores", asevera Leonardo Ruiz del Castillo, quien afirma que en los últimos meses desde su organización han tenido que ayudar, entre otros, a enfermos que no pueden pagarse los tratamientos o estudiantes y familias que no pueden afrontar gastos como el alquiler, la hipoteca, la luz o el agua.

Una de estas personas es la joven tinerfeña Andrea. Abandonada por su pareja cuando afrontaba la recta final de su embarazo, tuvo que independizarse hace siete años tras el nacimiento de su hija, ya que la situación económica de sus progenitores es incluso peor que la suya. Auxiliar administrativo de profesión, confiesa que no ha tenido demasiada suerte con los trabajos, aunque nunca había vivido una situación tan complicada como la que padece ahora. "Estoy en paro. Estaba cobrando una prestación que ya terminé. Vivo de alquiler y no puedo mantenerme. Soy administrativo, pero no encuentro trabajo ni de limpiadora", afirma nuestra protagonista, quien deja claro que "no me gusta pedir, pero cuando he tenido que hacerlo, Cáritas siempre me ha tendido la mano". "Es la segunda vez que acudo a ellos, pero esta vez con más necesidad. La primera fue porque tuve un bache, pero como estaba trabajando pude salir adelante. Pero este último año apenas he trabajado, por lo que Cáritas me ha tenido que ayudar bastante", agrega Andrea, a la que su ex pareja ni siquiera le pasa una pensión para la hija que tienen en común.

El caso de esta tinerfeña es similar al de otras muchas familias monoparentales en todo el Archipiélago, donde hay numerosas mujeres que viven bajo el umbral de la pobreza. "Nos estamos encontrando muchos casos poco habituales los últimos tiempos", explica Leonardo Ruiz del Castillo. "Hemos pasado de una atención periódica a personas mayores de entre 35 y 50 años, a asistir a jóvenes de entre 25 y 35, sobre todo familias monoparentales y mujeres, que están en una situación crítica", agrega Ruiz del Castillo.

En sus inicios, en el año 1953, la labor principal de Cáritas era la asistencial, dar de comer al necesitado. Sin embargo, más adelante la ONG trató de profundizar en las causas que provocaban esas necesidades básicas, como por ejemplo las que han llevado a Andrea a su actual situación. Así, recalca el director de Cáritas Diocesana de Tenerife, "nuestra labor está orientada ahora a la búsqueda del origen del problema y el ofrecer los servicios necesarios para afrontarlo".

Necesidades básicas
La crisis económica, no obstante, ha provocado que la organización se vea incapaz de aplicar este modelo asistencial en todos los casos, que se cuentan por cientos casi diariamente en las Islas. "Lo primero que ofrecemos es ayuda básica, como dar de comer o aportar algún dinero para que puedan pagar los recibos de luz o de agua, para evitar que se la corten. Después, la persona se deriva hacia lo que llamamos la labor promocional. Nos encontramos muchas personas, mujeres especialmente, que llegan con depresión, autoestima baja o incluso víctimas de violencia de género. En los hombres se dan más el alcoholismo o la drogadicción. A todos ellos se les ayuda psicológicamente y se les trata de promocionar hacia el mundo laboral. Si no hay posibilidades en su profesión, se les imparten cursos o talleres orientados a encontrar otros empleos. A pesar de la crisis, seguimos trabajando de esta manera, pero con unas dificultades tremendas", expone Leonardo Ruiz.

Andrea relata a DIARIO DE AVISOS que su principal demanda diaria es la comida, aunque también debe afrontar los pagos del alquiler, agua, luz, butano o el colegio de su hija. "Cuando empezó el curso no podía pagarle el material escolar, que me lo consiguió Cáritas. Este verano me salió un trabajo en El Hierro, y también me dieron para el pasaje. Yo me iba a ir sin un solo euro, porque quería trabajar como fuera, pero no me fue bien. Fue peor el remedio que la enfermedad", arguye.

Andrea es consciente de que "hay que sudar para ganar el dinero", pero tiene claro que "la crisis también está provocando que los empresarios se aprovechen, y muchos quieren que una sola persona haga el trabajo de dos cobrando lo mismo. Y así el trabajador se cansa y se desmotiva, porque no se valora su trabajo". Desde Cáritas no sólo han constatado cambios en el perfil de edad del demandante, sino también en el de las familias. De hecho, a los centros parroquiales de Canarias acuden cada vez más familias de clase media que, en situación de desempleo, no pueden afrontar los gastos corrientes. Según datos del último informe nacional de Cáritas, sólo en el primer semestre de 2008 la demanda de ayuda aumentó un 41% respecto al promedio del año pasado. En total, más de 100.000 personas acudieron a los centros adscritos a la ONG para solicitar ayudas con las que hacer frente, sobre todo, al pago de sus hipotecas, alquileres y servicios básicos. "Nosotros ya empezamos a detectar la crisis en diciembre del año pasado, sobre todo en el sur de Tenerife", denota Leonardo Ruiz del Castillo. En 2006, en esa zona de la Isla se habían abierto expedientes para 9 casos, mientras que un año después eran ya 26. El resto de arciprestazgos también vieron incrementar su demanda en 2007. Ahora, apenas unos meses después, la situación se ha agravado sobremanera, hasta el punto de que a finales de este año el incremento de la demanda de ayuda en Canarias podría situarse en torno al 50%.

Vergüenza
El director de Cáritas Diocesana de Tenerife reconoce que "en las islas periféricas y algunas zonas del Sur y el Norte se nota menos la crisis. Pero no es que no haya necesidad, sino que la vergüenza de ir a pedir se incrementa por el ’qué dirán’, sobre todo en las poblaciones pequeñas. Además, en islas como La Gomera, El Hierro o La Palma muchas familias tienen pequeñas propiedades, huertas y cultivos con los que palian algunas de sus necesidades más básicas". "Con dificultad pero llegan a final de mes; aunque hay gente que, por vergüenza, no van a pedir nunca", subraya.

No es el caso de Andrea, quien no tiene reparo en acudir a Cáritas cuando lo necesita. Ahora bien, su familia y amigos no conocen su situación porque, según explica, "en la sociedad en la que vivimos te están juzgando continuamente". "Mi hija sí sabe cuándo vengo de Cáritas y me pregunta si me dieron leche o no. Ella es consciente de la situación y sabe que si no se puede comprar algo, no se compra. También ve que su madre no se queda a esperar sentada a que vengan las cosas, sino que sale cada día a la calle a buscarlas. Yo, de todas formas, no estoy todo el día pidiendo, porque sé que hay muchas personas peor que yo", arguye esta joven tinerfeña, quien recalca que "a lo mejor la niña pasa un poco de vergüenza, pero así es la vida, y tiene que verlo todo, lo fácil y lo difícil". Aun así, su pequeña lleva bien su situación, "aunque a veces me pregunta por qué ella no lleva un jugo para tomar en el recreo, como sus compañeros". En este contexto, las Navidades se presentan muy complicadas para Andrea y su hija, sobre todo porque si sigue en paro tendrá problemas incluso para comer.

"El año pasado trabajé 20 días en una tienda reforzando el personal, pero ahora no hay nada. Ni los centros comerciales ni los supermercados van a reforzar el personal", cuenta nuestra protagonista, que hasta hace apenas un año tenía un poder adquisitivo normal. "Hay que adaptarse, porque si no se pasa muy mal. Yo antes salía con mis amigas, iba al cine, etc., mientras que ahora tengo que contar hasta los céntimos para comprar el pan. Lo pasé mal al principio, porque era una persona que siempre estaba activa y trabajando, y lo ganaba bien. Y ahora ni siquiera tengo para el bono de la guagua, ni para desplazarme para una entrevista de trabajo. Tampoco puedo comprarle golosinas a la niña, porque los pocos euros que consigo son para comer", relata a este periódico. "Estuve tres años fija en una empresa, pero recortaron personal y me tocó a mí. Desde entonces no he tenido estabilidad laboral. Las empresas no te dan seguridad ni garantías de estabilidad".

Con la ayuda de Loreto, una de las asistentes sociales de Cáritas, Andrea trata de encontrar solución a sus problemas, muchos de los cuales vienen por falta de información o por la excesiva burocratización de los servicios de la Administración. De hecho, ella se ha dirigido en varias ocasiones a la Unidad Técnica de Servicios Sociales de San Andrés, dependiente del Ayuntamiento de Santa Cruz. "Allí me dicen que mientras esté cobrando algún tipo de ayuda, no puedo pedir nada. Pero las ayudas tardan luego tres o cuatro meses, y mientras ¿de qué vivo?, ¿cómo le doy de comer a mi hija. El propio Ayuntamiento me dice que vaya a Cáritas, que son los que realmente me han ayudado a pagar un mes de alquiler, la bombona o el material escolar de mi hija", recalca.

Problemas
Leonardo Ruiz del Castillo, sin embargo, recuerda que el ayuntamiento capitalino también tiene graves problemas económicos. "Cuando se les acaban los fondos mensuales para intervención social, nos derivan a muchas personas. La Administración debe arbitrar ayudas urgentes para las personas que llegan con necesidades apremiantes. Y, en este sentido, Cáritas puede ser un buen ejemplo", explica Ruiz del Castillo.

El director de Cáritas Tenerife confiesa la situación actual es la más complicada que ha vivido desde que llegó a la ONG hace 19 años. Aun así, confía en que acabará pronto. "Soy optimista y debo transmitir este optimismo a personas como Andrea. Espero que a mediados del próximo año la situación repunte hacia arriba", porfía Leonardo Ruiz, quien apuesta por trabajar sobre las empresas, "que son el motor del país". "Hay que conseguir que los empresarios fomenten el empleo, y eso es algo que debe transmitir el Gobierno con sus medidas". Al igual que él, Andrea también quiere ser positiva, e incluso cree que dentro de unos años mirará hacia atrás y sus actuales problemas serán sólo un mal recuerdo. "Esta situación me servirá para aprender a valorar mucho más todo; y no sólo a mí, también a mi hija", concluye.


Foto: Sergio Méndez

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