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sábado, 22 de noviembre de 2008

"Los países coloniales se repartieron el pastel de África sin preocuparse de que allí vivían personas"

La diócesis de Nouakchott es la única de Mauritania. Tiene una extensión de más de un millón de kilómetros cuadrados (igual a la extensión de todo el país) y una población de casi tres millones de habitantes. De ellos, apenas 4.500 son católicos. De hecho, el país no tuvo sus primeros contactos con el cristianismo hasta los años 50, y el primer sacerdote que celebró Misa no lo hizo hasta la Navidad de 1957. En este contexto, el alemán Martin Happe trata de sacar adelante una diócesis minoritaria y marcada por la convulsa historia de un país al que llegó en 1995, tras ser nombrado obispo por Juan Pablo II. Esta semana ha visitado Tenerife para tener diversos encuentros con miembros de la diócesis nivariense y pronunciar la ponencia inaugural de la Escuela de Otoño de Cáritas. DIARIO DE AVISOS ha dialogado con él, para analizar, entre otros, el fenómeno migratorio, que azota por igual a Canarias y Mauritania.

- En un país donde más del 99% de la población es musulmana y de raza negra, no debe ser fácil para un blanco dirigir una comunidad cristiana minoritaria.
"No toda la población mauritana es negra. Es cierto que es una población musulmana muy antigua, pero son muy hospitalarios y acogedores, por lo que los cristianos que hay no tienen ningún tipo de problema de convivencia. La mayoría de ellos son extranjeros que viven en Mauritania y tampoco todos son blancos, sino que una parte de ellos son gente de color que proceden de otros países subsaharianos (los cerca de 5.000 cristianos que viven en Mauritania proceden, sobre todo, de Guinea Bissau, pero también de Camerún, Congo y países europeos. Aunque no hay ningún mauritano que sea cristiano). Hay una gran variedad, porque incluso hay sacerdotes blancos y negros. Pero la mejor forma para un blanco católico de comprobar cómo se vive es yendo a Mauritania (risas)".

- Uno de los motivos de su visita es el pedir ayuda y colaboración para resolver el empobrecimiento que vive el país...
"Mi visita no tiene sólo motivos económicos, porque para eso hubiera ido directamente a Madrid para hablar con Cáritas Española y buscar recursos. Lo que pretendo es que la ayuda que se concrete entre la iglesia de Mauritania y las diócesis de Canarias tenga una cara humana, que sea como un hermanamiento entre ambas iglesias. A partir de ahí se pueden concretar las acciones de solidaridad. Pero la iglesia mauritana es frágil, por eso es importante crear una red estable de relaciones.

- ¿Y ha encontrado respuestas o acciones concretas?
"Sí. Después de dialogar con el obispo de Las Palmas y con Bernardo (Álvarez, obispo nivariense), he aceptado la propuesta de venir en octubre de 2009 y participar en las acciones del Domund, para visitar las parroquias y contribuir a la campaña misionera. Esta invitación no sólo va a permitir reforzar los lazos con las diócesis canarias, sino también la creación de esta red de relaciones con las parroquias".

- Canarias pasa por ser la puerta trasera de Europa, y precisamente de Mauritania parten muchas embarcaciones clandestinas hacia las Islas. ¿Es tan grave la situación como para que se produzca este éxodo?
"Mauritania también es la falsa puerta de salida de África, porque es uno de los puntos más cercanos a Europa. Pero la mayor parte de las personas que salen de mauritania no son mauritanos. Proceden de otros países subsaharianos, como ahora del Congo. Son personas que tienen una maleta en la cabeza, porque estamos en un territorio de tránsito, donde muchos vienen de paso en busca de un futuro distinto. Esta inmigración de los cayucos es un fenómeno relativamente reciente. Cuando yo llegué a Mauritania en 1995, desde Nuadibú era posible salir de manera legal en barco, mientras que ahora es imposible conseguirlo. En poco tiempo ha empezado a concentrarse mucha gente en el país, muchos de los cuales tratan de hacer negocio con los cayucos. Además, el hecho de que algunas personas lograsen llegar a España supuso un efecto llamada que ahora es difícil controlar".

- Pero, insisto, ¿por qué tanta gente quiere marcharse ahora mismo de África?
"Para responder a eso hay que hacer una reflexión más profunda y remontarse en la historia y el tiempo. Es verdad que en la actualidad en muchos de esos países hay problemas, como guerras, tráfico de armas, corrupción, etc; pero debemos remontarnos a las raíces de estos problemas. En mi opinión, muchos de ellos derivan de la conferencia de Berlín en 1885, cuando las potencias coloniales de la época se repartieron el pastel africano. Para ello cogieron una regla y definieron fronteras de países que no existían, lo que provocó que muchas poblaciones que estaban unidas, quedaron separadas; y al revés, otras que estaban enfrentadas, fueron unidas, lo que generó una serie de problemas. Pero a los países coloniales lo único que les preocupaba eran los recursos naturales, y no el hecho de que allí había poblaciones y personas. Eso ha generado contradicciones que son la raíz de muchos problemas actuales. Esta creación artificial del Estado hace que muchos pueblos no se identifiquen con un sentimiento nacional o patriótico, sino que lo hacen con su clan o su grupo étnico. Por ejemplo, algunas poblaciones del Sáhara y los mauritanos son muy parecidos, con lengua y costumbres comunes, pero la ocupación marroquí ha creado un problema enorme, que ha dejado en una grave situación a personas como los refugiados de Tinduf, que viven en condiciones infrahumanas".

- ¿Hay intereses que fomentan todo eso?
"Claro. Desde los países del norte de África, empresas y otros intereses fomentan todo eso. En el Congo, por ejemplo, hay recursos naturales como el coltán que son escasos y que son muy importantes, porque de él depende la fabricación de teléfonos móviles. En Mauritania también está ahora el problema de la pesca, porque el último convenio firmado con la Unión Europea no incluye la posibilidad de una industria propia, ni se habla de un aprovechamiento de los recursos pesqueros para el país. En ese marco complejo de causas, es comprensible que muchos jóvenes quieran marcharse para buscar un futuro mejor".

- El futuro, por tanto, pasa por las actuaciones en el origen...
"Estoy de acuerdo. Pasa por reforzar áreas como la agricultura, a la que se dedica la mayor parte de la población en África. Por ejemplo, en países como Estados Unidos el algodón está subvencionado, lo que afecta a muchos países africanos, e imposibilita que la producción local se desarrolle y haga frente a esta competencia desleal. En Mauritania está el problema de las cebollas. En Nouakchott hay gente que importa cebollas belgas subvencionadas en el mismo momento de la cosecha, que rompen los precios en el país e impide que los campesinos locales puedan salir adelante. Luego, también está la cuestión cultural. Los medios de comunicación fomentan ese efecto llamada, porque muestran Europa como un paraíso; eso genera una ilusión y unas expectativas muy grandes".

- Pero esa visión es irreal, porque cuando llegan a Canarias la situación es muy diferente...
"Sí, pero la gente no ve las televisiones locales, sino las extranjeras. Incluso, aunque no tengan luz, conectan las baterías de los coches para ver canales extranjeros. En ellos se muestra esa visión irreal de Europa a la que quieren acceder todos los africanos".

- La solución, por tanto, es muy compleja...
"Cierto. Hay que ir más allá de poner una barrera infranqueable para que no salgan de África o que no puedan entrar en Europa. Con un solo pie no se puede hacer un camino, por eso es necesario que países como España y zonas como Canarias nos reconozcan como vecinos, porque así les será más fácil entender mejor nuestra situación y actuar juntos".

1 comentario:

Anónimo dijo...

cuales son los paises coloniales actualmente??