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domingo, 30 de noviembre de 2008

Crecer tras el cayuco

Los centros de menores de Canarias están saturados. Unos 1.500 chicos duermen en los centros de las islas, que sólo disponen de capacidad para atender a 300, según el presidente de la comunidad canaria, Paulino Rivero. Cada vez son más las familias que envían a España a sus hijos, conscientes de que los menores no pueden ser expulsados y de que, una vez cumplidos los 18 años, pueden pedir la reagrupación familiar.

Si a finales de 2007 eran 730 los adolescentes no acompañados tutelados por el Gobierno de Canarias, en el último año esa cifra se ha multiplicado por dos. Además, unos 170 menores son atendidos por distintas ONG en la Península, aunque el Gobierno canario sostiene que necesita, con urgencia, realizar más traslados.

Entre papeles y burocracia, estos chavales intentan empezar una vida, pero los modelos de integración difieren según la organización o la comunidad autonóma. En Madrid, La ONG La Calle les ofrece talleres de fontanería y electricidad, aunque luego el acceso a la vida laboral de la gran ciudad se convierta en una odisea.

Más fácil lo tienen dos chicos senegaleses, que acaban de cumplir la mayoría de edad, y que se han quedado a vivir en Tegueste (Tenerife), donde están perfectamente integrados. Allí forman parte del equipo de lucha canaria y tienen un trabajo. Y en Armenteros, una localidad salmantina de 300 habitantes, 40 menores estudian en un internado. El problema viene cuando cumplen los 18 años y la Administración se resiste a concederles la residencia. Estas son sus historias.

Publicado en el diario Público
Autor: Susana Hidalgo

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