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domingo, 2 de noviembre de 2008

Penalti a favor de la integración

«No tanto como en mi país, pero aquí todavía se ve raro que arbitre una mujer, sobre todo si es inmigrante». La marroquí Fatima Zahra el Ajjani resume en una frase su particular situación. Su historia habla de la búsqueda de «un futuro mejor» desde Oujda hasta Vitoria, pasando por Jaén, persiguiendo un sueño. En un año ha pasado de ser peculiar en su tierra a única en Álava, donde sólo hay una mujer en el Colegio de Árbitros, ella. Es la excepción que confirma la 'regla' en un campo todavía hoy casi exclusivamente masculino. Su condición de extranjera no hace sino rizar el rizo de la singularidad, pero Fatima Zahra no atiende a las etiquetas. Tarjeta a la discriminación y penalti a favor de la integración.

La capital alavesa no era su primer destino, ya que antes pasó un mes en Jaén con su hermana, pero su obstinación le trajo a tierras vascas. A sus 26 años sólo piensa en satisfacer su vocación, que no es otra que arbitrar, y en la localidad andaluza no había comité. Cambio de planes y rumbo al norte, a Vitoria, donde trabaja su hermano. Ya lleva un año instalada y aún tiene dificultades para expresarse fluidamente en castellano, pero en el terreno de juego habla «con el silbato y la tarjeta, que son un idioma universal».

Le gusta el fútbol desde pequeña, pero la sociedad marroquí le condujo al baloncesto porque «allí no hay competición de chicas» del llamado 'deporte rey'. Se rebeló. Quería formar parte de su pasión desde dentro y encontró la puerta abierta del arbitraje. Dicho y hecho. Superó las pruebas físicas con solvencia y en 2005 comenzó su aventura. En su país llegó a ser asistente en partidos de la tercera categoría e incluso compartió amistosos con árbitros internacionales. «Sí que se veía raro», asume. Pero no le importa lo más mínimo. Ni allí ni aquí.

Ha tenido que empezar de cero. La pasada campaña dirigió encuentros femeninos y ésta compaginará juveniles con labores de asistente en Preferente. «Se portan mejor los mayores porque saben las reglas», apunta Fatima, que «de momento» apenas ha sufrido capítulos de discriminación. Es lo primero que se viene a la cabeza cuando relata su historia. Admite que sí ha tenido que escuchar «algún comentario» de corte machista, «pero casi nada», y «sólo una vez» fue increpada con insultos racistas. «En un partido femenino. Es desagradable, claro, pero no es lo habitual, casi siempre es todo normal».

Nada le frena. Ella tiene claro que quiere ser árbitra profesional. Estudió Magisterio en Marruecos y busca trabajo en Vitoria, pero no se ve haciendo otra cosa que no sea dirigir un partido de fútbol. «Lo más arriba que pueda, del Real Madrid y esos si es posible». No lo tiene fácil, el avance de la mujer en este campo es muy lento y sigue siendo un terreno mayoritariamente masculino. Un claro ejemplo de ello es la española Carolina Doménech, que llegó a dirigir un Real Madrid-Atlético amistoso en 2002 y se retiró del arbitraje poco después al sentirse discriminada por no haber sido ascendida a Segunda División.

Primera División, un sueño
En la otra parte de la balanza se encuentra el caso de Nicole Petignat, quien hizo historia al ser la primera árbitra en dirigir un partido internacional de hombres (AIK Solna-Fylkir Reikjavik de la fase previa de la Copa de la UEFA de 2003). En España tiene ahora el referente de María Luisa Villa, asistente en Primera, aunque la meta le queda muy lejos. Cuenta con el hándicap del idioma y de la edad. «Los árbitros se tienen que retirar a los 45 años. Yo perdí tres en Marruecos, he tenido que empezar desde abajo de nuevo y ahora es una carrera contra el tiempo». Lo tiene claro. «Mi sueño es llegar a Primera División. Igual no lo consigo, pero me preparo para ello». En el Comité de Árbitros de Álava le recomiendan «tranquilidad». Fatima es impaciente. «Tengo que correr, pero me tienen que ayudar. No importa que tenga que hacer muchas cosas, exámenes o lo que sea, pero que sea rápido». De momento, hobby más que trabajo. Le sirve para «aprender, conocer gente» y sacar algo de dinero. «Es muy poco, pero no lo hago por eso, ya que arbitrar lo haría hasta gratis», concluye la colegiada alavesa.

Publicado en el diario El Correo
Autor: Íñigo Miñón
Foto: Blanca Castillo

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