
El recorrido pretende prestar testimonio sobre los desafíos cotidianos a los que se enfrenta una población acosada por la inseguridad y que sufre las consecuencias de la total desaparición de las infraestructuras estatales y administrativas más básicas desde hace más de quince años. "Hay muy pocas organizaciones humanitarias operando en el país, y las extremas condiciones de inseguridad dificultan enormemente el incremento de la ayuda por lo que la asistencia que llega a los somalíes es más que insuficiente", afirma Paula Farias, presidenta de MSF-España. De hecho, en 2008, MSF tuvo que cerrar varios de sus proyectos en Somalia por el asesinato de tres trabajadores y los riesgos para la seguridad de pacientes y cooperantes.
18 años sin gobierno
Desde la caída del régimen de Siad Barre en 1991, Somalia ha sido durante 18 años el único país del mundo sin Estado ni Gobierno, quedando en manos de clanes y señores de la guerra enfrentados por el control del territorio y los recursos. La elección de un Gobierno de transición en 2004 no llevó la paz al país. Tampoco la expulsión de Mogadiscio de la Unión de Tribunales Islámicos tras a la intervención etíope y su posterior retirada ha supuesto ninguna mejora para los somalíes.
Durante los últimos años, se estima que entre 300.000 y 500.000 somalíes han perdido la vida y medio millón más se encuentran refugiados en otros países, a los que se añaden otros 400.000 desplazados internos. Ahora se abre un pequeño hueco a la esperanza con la elección el pasado sábado del nuevo presidente de Somalia. El islamista moderado Sheikh Sharif Ahmed fue elegido por una gran mayoría parlamentaria. Los analistas estiman que es el candidato más adecuado para volver a unir a un país dividido por la guerra civil.
Foto: Intervida
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