Estadísticas

Buscar este blog

martes, 3 de febrero de 2009

El tren de la esperanza

El tren entra pitando en la estación de Mansilla, engalanada con banderolas que dan la bienvenida a los viajeros de Buenos Aires. Por el alboroto que arman los chicos y la excitación de los adultos, se diría que la selección argentina de fútbol ha llegado a este pequeño pueblo, ubicado al norte de la provincia de Córdoba. Pero quienes se apean en el andén, lucen batines y algunos llevan estetoscopios colgados del cuello.

El lienzo que cuelga de los postes, los anuncia como voluntarios de ALMA, una organización que presta asistencia médica, odontológica y social a los niños de las regiones más pobres de la Argentina. Luego de un descanso –el viaje desde última parada, fue de 270 kilómetros- los miembros del equipo se ponen manos a la obra. Mariana, la asistente social, abre una ficha con los datos de los menores y de sus familias: si disponen de alcantarillado, agua potable y electricidad. Si el chico va a la escuela y cuando fue la última vez que lo vio un profesional de la salud... "Hará unos cinco o seis años, señorita. Alejandro tuvo mucha fiebre, temblaba. Lo llevamos al hospital de Dean Funes (la ciudad más próxima). Fue una apendicitis que casi... pero se salvó, gracias a Dios", murmura una joven que parece hermana y no la madre del chico que observa con curiosidad, el vagón donde los médicos y el dentista examinan a quienes ya pasaron la primera etapa. Alejandro, de 11 años, deletrea en voz baja la leyenda pintada de azul en los vagones: "Tren-Hospital ALMA".

A los que vienen del noroeste, se les reconoce porque tienen las manos resecas y de color marrón como la piel de las momias. Trabajan con sus mayores en los yacimientos de Salina Grande, una planicie blanca como la nieve. La reverberación les provoca infecciones oculares y hasta ceguera. Los de la zona agrícola ayudan a sus padres en las plantaciones de soja o de tabaco. La distrofia farinácea, una variante de la desnutrición infantil, es un mal endémico en la zona. Los unos y los otros tienen la dentadura salpicada de caries. Como son tantos, los pequeños pacientes deben esperar hasta siete horas para ser atendidos. Julio, el jefe de la expedición les reparte hojas y lápices de colores para que dibujen.

La fundación ALMA data de 1980, cuando un grupo de profesionales y de filántropos rescataron tres vagones de un cementerio de trenes y los habilitaron como consultorio, sala de radiología y dormitorio-comedor de la tripulación. Dos o tres veces al año, el hospital ambulante se acopla al Belgrano, un ferrocarril de carga, y siguiendo su itinerario visita las provincias del interior, donde los únicos forasteros son los aficionados al turismo aventura o algún político, de aquellos que vienen y se van dejando un reguero de promesas incumplidas. La jornada arranca a las 8:30 y no concluye hasta que el último chico ha salido del consultorio. Hay días en que el equipo atiende hasta 300 pacientes.

"Abundan las enfermedades parasitarias o respiratorias pero a veces recibimos niños que son víctimas de malos tratos. También se presentan casos de abuso sexual o incesto. El principio que nos guía es el ayudar lo más posible sin caer en el paternalismo, porque no somos misioneros", explica Oscar Algranti, director de ALMA. ¿Por qué en vez de retozar en la playa (en el hemisferio sur es verano) prefirió trabajar ad honorem en un zona llena de mosquitos donde la temperatura supera los 40 grados? "En parte por conocer una realidad distinta a la del Hospital de San Isidro (un elegante suburbio de Buenos Aires) y por probarme a mi misma", dice Paola, una pediatra de 22 años. “La mayoría de los voluntarios son reincidentes: vuelven año tras año. Los lazos de amistad que se forjan en estos viajes, son muy estrechos", añade.

Algranti comenta que la idea de los fundadores de ALMA era proporcionar el servicio hasta que, restablecida la democracia –Argentina vivía bajo el yugo de una dictadura- el estado se hiciera cargo. "Fuimos demasiado optimistas. Los gobiernos se suceden y nada cambia en el patio trasero de este país".

Publicado en el diario El Mundo
Autor: Ramy Wurgaft
Foto: ALMA

No hay comentarios: