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domingo, 15 de febrero de 2009

Dos horas de vuelo, siete días en cayuco

Senegal es un país que está cerca de Canarias. A sólo dos horas y diez minutos en avión. Aunque las personas que quieren venir a Europa clandestinamente desde ese país africano tardan unos siete días en cayuco pasando penurias, frío, mareos, vómitos y arriesgando la vida para llegar a territorio europeo por sueños que en la mayoría de los casos no se hacen realidad. Entre las dos orillas existen grandes diferencias económicas y sociales y el objetivo de muchos jóvenes es llegar a Europa porque así se convierten en héroes para sus familias. En los barrios humildes las mejores casas son las de los emigrantes y también los negocios más prósperos.

Las travesías en cayuco las organizan grupos de pescadores porque son los que saben de la mar. Los viajeros pagan entre 400.000 y 800.000 cefas, entre 600 y 1.200 euros por una hazaña que les puede costar la vida y que en la mayoría de los casos sólo les servirá para pasar penurias. Pagan mucho dinero para sus bolsillos si se tiene en cuenta que los sueldos medios del país rondan los 100 euros aproximadamente. Los repatriados cuentan que algunos lo consiguieron y ahora están en Málaga o Barcelona, pero la gran mayoría son devueltos en avión. Ahora hay una mayor presencia policial senegalesa y española en las costas del país, por lo que se dice que los organizadores de la emigración clandestina se han desplazado a territorio mauritano.

"Nos vamos porque en África no hay nada", dice una canción de Secteur S, un grupo de rap de San Luis, que fue la capital colonial francesa de esa parte de África y está cerca de la frontera con Mauritania. Uno de los componentes del grupo, Mamadou Diouf, hizo el viaje en cayuco varias veces y una de ellas tuvo que agarrarse a un bidón para salvar la vida hasta que un barco lo rescató. Muchos compañeros de viaje no tuvieron la misma suerte y murieron. Al final llegó a Tenerife en su tercer intento y tras pasar por el campamento que se instaló en Las Raíces en 2007 fue repatriado a Senegal. Les dijeron que iban a Barcelona pero todas sus ilusiones se desvanecieron cuando vieron a un militar senegalés subirse al avión en el aeropuerto de San Luis. Los componentes de Secteur S sueñan con hacer rap en Europa.

En algunas de sus canciones cuentan las calamidades que pasan los inmigrantes clandestinos porque las conocen bien y desaconsejan el viaje en cayuco. Abdoulaye Seck y Omar Bningue viven en el barrio de Artillerie Nord de la ciudad de Louga, en el interior de Senegal, y también hicieron la travesía en cayuco porque les gustaría trabajar en España. Pagaron mucho dinero y fueron repatriados. Ambos aseguran que se apuntarían a una lista de inmigración legal si tuvieran esa opción para no volver a pasar el mal trago de la patera, mientras que su amigo Modou Niass dice que no arriesgaría su vida de esa manera a pesar de que sueña con hacer teatro en Europa.

Escuelas en precario
En ese mismo barrio trabaja la asociación Puente Humano para poner en contacto a los centros educativos de allí con los canarios. El objetivo es establecer comunicación entre ambas orillas y buscar apoyo para esas escuelas, donde no hay ordenadores y en ocasiones ni siquiera instalaciones tan básicas como baños, luz o agua. Los profesores reúnen a los padres para que aporten su granito de arena para que sus hijos puedan estudiar y también se llevan a cabo iniciativas como granjas de pollos para financiar las necesidades más básicas.

Los pupitres y los cuadernos son viejos, pero a los niños no les falta una sonrisa ni una bienvenida coreando tubabs para referirse a los visitantes de raza blanca. En las calles de Dakar, de Louga y de San Luis es muy frecuente ver a jóvenes con camisetas de equipos de fútbol europeos y la más frecuente es la del Fútbol Club Barcelona.Frente a Dakar se encuentra la isla de Goré, antiguo enclave colonial del tráfico de esclavos. Los turistas pasean por sus calles observando el arte de los nativos. "Cuando pueda ir a Europa será para hacer fotos", comenta un rastafari tomando el té y que no cambia su isla por nada del mundo.

Publicado en el Diario de Avisos (Tenerife)
Texto y foto: Simón Zamora

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