Las autoridades británicas deportarán a un demandante de asilo de nacionalidad iraquí, cuya vida corre peligro en su país por su condición de homosexual. El argumento utilizado para ello es que en su primera solicitud de asilo, que data de 2001, el demandante no había mencionado su homosexualidad. Pero no es el único argumento. Según la agencia británica de fronteras, si realmente el demandante de asilo es gay, en Irak siempre estará a salvo si mantiene su homosexualidad en “privado”.
“Incluso si se estableciera la homosexualidad de su cliente, sería posible para él mantener sus relaciones en privado cuando vuelva a Irak”, dice la agencia en un documento dirigido a los abogados del demandante.
Las organizaciones y colectivos de gays y lesbianas, así como distintas ONG, han mostrado ya su indignación. Según informa el colectivo Iraqi LGBT, con base en Londres, más de 430 homosexuales habrían sido asesinados en Irak desde 2003. La violencia contra los homosexuales en aquel castigado país se habría intensificado además desde 2005, cuando una de las mayores autoridades religiosas de Irak, el gran ayatollah Ali Sistani, dictó una fatwa aconsejando asesinar a gays y lesbianas “de la peor forma posible”.
Ante la polémica desatada, la deportación, que debía haberse producido esta semana, se encuentra por el momento detenida. Asesores de inmigración han pedido de hecho al Gobierno británico que reconsidere el caso.
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