Fundada en 1945, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) está integrada por 180 estados miembros. Entre sus objetivos están elevar los niveles de nutrición y de vida, mejorar la productividad agrícola y la situación de la población rural en el mundo. En ella trabajan más de 4.000 funcionarios, de los cuales unos 2.500 lo hacen en la sede, ubicada en Roma, y el resto en oficinas descentralizadas.
La actual crisis económica mundial ha provocado un notable aumento del número de personas que pasan hambre en el mundo. Para luchar contra esta lacra, la FAO ha pedido una inversión urgente de 30.000 millones de dólares, una minucia comparada con el gasto armamentístico o la inversión en los subsidios agrícolas en los países de la OCDE. Esto es, al menos, lo que opina Germán Rojas, jefe de la Oficina de Información de la FAO para España y Andorra, quien analiza el complejo panorama actual.
- Crisis, pobreza, inmigración. Son términos distintos, pero que en los últimos años están indisolublemente unidos, ¿no cree?
"Es evidente que se trata de términos estrechamente unidos. La pobreza es la principal razón que obliga a millones de personas en el mundo a emigrar y buscar un futuro mejor fuera de sus países de origen. Durante años los países ricos han recibido oleadas de personas procedentes de países en desarrollo, que tratan de conseguir una mejor vida para sus familias. La actual crisis financiera internacional no hará sino deteriorar más la situación del hambre en el mundo y agudizar la situación de vulnerabilidad en la que vive la población pobre de los países en desarrollo. Y es que la reducción de la demanda en los países avanzados amenaza los ingresos que los países en desarrollo obtienen a través de las exportaciones. Las remesas de los emigrantes, las inversiones y otros flujos de capital -incluyendo la ayuda al desarrollo-, están también amenazados. Por todo ello, para muchas familias, la única salida a esta situación será nuevamente la de emigrar y tratar de obtener fuera de sus fronteras lo que les es imposible conseguir en su país. Una vez más, pues, comprobamos lo fundamental que resulta la inversión en agricultura en los países pobres".
- En su última cumbre, la FAO hablaba de que en la actualidad hay más de 500 millones de personas que pasan hambre en el mundo. ¿Es tan compleja la situación como dictan las cifras?
"La situación ciertamente es bien compleja, ya que el número de personas afectadas por hambre aumentó en 2008 en 40 millones de personas, a causa de la crisis alimentaria mundial. Con ello, la cifra total de desnutridos en el mundo se eleva ya a casi 963 millones. Es decir, la población subnutrida aumentó en 40 millones de personas en lugar de disminuir en 43 millones, tal y como se requería para reducir a la mitad el número de personas hambrientas para el año 2015, un objetivo con el que se habían comprometido todos los países participantes en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación del año 1996".
- ¿Cuáles son las causas que han motivado que el problema haya alcanzado estas cotas?
"El problema del hambre en el mundo se ha agravado en los últimos dos años, en lugar de mejorar. La situación de progreso que habíamos alcanzado en algunas regiones con el fin de lograr reducir a la mitad la cifra de hambrientos en 2015 se ha revertido a consecuencia del fuerte aumento de los precios de los alimentos en los últimos años. Son muchos los factores que han contribuido a este fenómeno. Desde el punto de vista de la oferta, cabe recordar las repercusiones negativas del cambio climático en la producción -que provocan inundaciones, sequías, huracanes, etcétera.- y la disminución seria de las reservas de cereales. Desde el punto de vista de la demanda, han tenido un papel importante el rápido aumento de la población mundial (78,5 millones de personas al año), la fuerte demanda de los países emergentes y la transformación de una parte creciente de la producción agrícola en biocombustibles (en 2006 se destinaron 100 millones de toneladas de cereales a la producción de biocombustibles); y por último, la influencia de los altos precios del petróleo y la especulación. El índice de la FAO de los precios de los productos alimentarios aumentó un 9% de 2005 a 2006, un 24% en 2007 y un 40% en la primera mitad de 2008. El índice siguió aumentando hasta junio de 2008, aunque ha experimentado un descenso desde entonces".
- ¿En qué punto se encuentra España? ¿Cómo afecta esta coyuntura a nuestro país?
"El Gobierno español ha demostrado su firme compromiso por situar en la agenda política internacional el problema de la seguridad alimentaria, tal como demostró con la reciente celebración en Madrid de la Reunión de Alto Nivel Sobre Seguridad Alimentaria en enero, que fue inaugurada por el Director General de la FAO junto al Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Ángel Moratinos. Fue el mismo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien durante la pasada Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial: los Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía, que se celebró en Roma en junio de 2008, se ofreció a acoger en España una Reunión de Alto Nivel sobre la Crisis Alimentaria, como continuación de la Conferencia de Roma, con el fin de evaluar los progresos realizados. Por lo tanto, España se ha convertido en un gran actor, junto a la FAO, que se destaca por sus esfuerzos por lograr la erradicación del hambre en el mundo".
- El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional sostienen que parte de la culpa de las desigualdades existentes entre el Primer y el Tercer Mundo radican en los biocombustibles. ¿Qué le parece?
"Desgraciadamente, el debate sobre los biocombustibles se ha centrado sobre todo en subrayar los aspectos negativos, como su incidencia sobre los precios de los alimentos y la pérdida de la biodiversidad, y en cambio se ha minimizado el enorme potencial del sector para hacer frente al hambre y la pobreza. En realidad, los biocombustibles ofrecen oportunidades, pero también plantean riesgos. Todo dependerá del contexto específico del país y de las políticas adoptadas. En este sentido, las políticas actuales tienden a favorecer a los productores de algunos países desarrollados frente a los de la mayoría de los países en desarrollo. El desafío reside en reducir los riesgos, pero compartiendo al mismo tiempo todas sus oportunidades. Como señala el informe ’El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación 2008’, la producción de biocombustibles basada en productos agrícolas creció más del triple entre 2000 y 2007, y ahora supone casi el 2% del consumo mundial de combustibles para el transporte. Se espera que este crecimiento continúe, aunque la contribución de los biocombustibles líquidos (principalmente etanol y biodiesel) para la energía del transporte, y, más aún, para el consumo energético mundial, seguirá siendo limitada. La producción de las materias primas de los biocombustibles puede crear empleos y generar ingresos, especialmente si los pequeños campesinos pobres reciben ayuda para ampliar su producción y conseguir acceso a los mercados. Sin embargo, también nos enfrentamos a algunos riesgos: los elevados precios de los productos agrícolas ya están teniendo un impacto negativo en los países en desarrollo, que dependen en gran medida de las importaciones para satisfacer sus necesidades alimentarias".
- En muchos países del África subsahariana, los precios de los alimentos son exorbitantes, la base del sector agrícola es muy pobre y cada vez hay menos personas dedicadas a la agricultura. ¿Cómo se combate todo esto?
"Las repercusiones del aumento de los precios de los alimentos son especialmente devastadoras para los países en desarrollo, donde sus hogares destinan entre el 40 y el 60% de sus ingresos a la alimentación. El continente africano es una de las regiones más expuestas a los efectos del alza de los precios de los alimentos, ya que actualmente importa hasta un 70% de sus necesidades alimentarias, mientras en los años 70 era autosuficiente. Para revitalizar el sector agrícola en África es indispensable realizar grandes inversiones. Sólo el 7% de las tierras cultivables del continente están irrigadas, frente a una media mundial del 17%. Además, el sistema vial rural todavía se encuentra muy retrasado. Para hacer frente a esta situación es necesario invertir más en la agricultura, tal y como se acordó en la Cumbre de la FAO celebrada en Roma, y recientemente en la Reunión de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria de Madrid. Es fundamental invertir 30.000 millones de dólares anuales en insumos e infraestructuras rurales en los países menos desarrollados para alimentar a una población mundial que seguirá creciendo y alcanzará los 9.000 millones de personas en 2050. No se trata de algo imposible de realizar. Porque vivimos en un mundo en el que cada año se gastan, en los países desarrollados y en desarrollo, 1,34 billones de dólares en armamento; y en el que en pocas semanas fue posible encontrar 3.000 millones de dólares para hacer frente a la crisis financiera internacional. En el África subsahariana, una de cada tres personas sufre de desnutrición crónica, el porcentaje más alto de personas desnutridas sobre el total de la población. Ghana es el único país africano que ha alcanzado la meta de reducción del hambre marcada en los Objetivos del Milenio. El crecimiento de su producción agrícola ha sido la clave del éxito".
- ¿Qué puede deparar el futuro más inmediato, sobre todo a los países más desfavorecidos?
"El descenso de los precios de los alimentos desde julio del año pasado no debe interpretarse como el final de la crisis alimentaria. La crisis sigue presente y puede incluso agravarse. Desde julio de 2007 la FAO venía anunciando la actual crisis, y actuó con rapidez para hacerle frente. En diciembre de ese mismo año puso en marcha una iniciativa para impulsar la producción de alimentos a corto plazo, la ’Iniciativa relativa al aumento de los precios de los alimentos’. Con ella se tratan de alcanzar unos objetivos sencillos pero eficaces para garantizar el éxito de las próximas campañas agrícolas, distribuyendo semillas, fertilizantes, piensos y otros instrumentos y suministros agrícolas a los pequeños agricultores. Por encargo expreso de los gobiernos de 95 países, la FAO inició ya en verano de 2008 la distribución de semillas, fertilizantes y otros insumos agrícolas para las diferentes temporadas de siembra de 2009. En el largo plazo, será fundamental la promoción de la producción y la productividad agrícolas".
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