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jueves, 22 de enero de 2009

La fosa común del Mediterráneo

El explorador galés Henry Stanley encontró al desaparecido Doctor Livingstone a la orilla del lago Tanganica, en 1871. Bien, antes de que alguien diga que la época de las grandes exploraciones protagonizadas por hombres de una pieza murió el día en que nacieron los vuelos de bajo coste, debería escuchar las historias que cuenta el periodista italiano Gabriele del Grande (Lucca, 1982) en Mamadú va a morir (Ediciones del Oriente y del Mediterraneo).

Por ejemplo: hace tres años, Romeo, defensa central de un equipo de la primera división camerunesa, salió de Camerún para probar fortuna en la liga española. Bien, todavía no ha llegado a España. Primero pasó por Nigeria, Benin (se quedó siete meses jugando en el Tonnerre de Bohicon para ganar dinero y poder continuar su viaje), Niger y Argelia (allí jugó cuatro meses en el Águilas de Agadez, de la primera división). Más tarde, tras viajar a Tammanrasset, vía para la inmigración clandestina, Romeo fue detenido y abandonado en el desierto del Sáhara por la policía argelina. Entonces, tras sobrevivir a una marcha de 300 kilómetros por el desierto, llegó a Bamako, donde intenta ganar algo de dinero como futbolista para intentar de nuevo el salto a Europa.

"Las estadísticas 13.352 inmigrantes muertos cruzando el Mediterráneo desde 1988 se olvidan. Las historias no", cuenta el periodista. "Ahora son criminalizados. Quizás en un futuro les recordarán como héroes que atravesaron el desierto jugándose el pellejo, exploradores que siguieron lasenda de Ulises".

Un viaje de varios meses
El reportero italiano, autor de la bitácora Fortress Europe, traducida a 17 idiomas, recorrió durante varios meses las rutas africanas de la inmigración clandestina para escribir los reportajes de Mamadú va a morir. "¿Mafias de las pateras? Sí, pero, en Senegal, algunos pescadores se autogestionan sus viajes a Canarias". Curioso modo, en efecto, de extorsionarse a sí mismos.

El escritor italiano echa por tierra algunos mitos. "El pasado año llegaron en patera a los países del Mediterráneo 67.000 inmigrantes. En 2008, Italia solicitó la entrada de 150.000 trabajadores extranjeros. ¿Invasión de inmigrantes?", se pregunta. Para acabar, cuenta uno de esos casos que ejemplifica el nivel de delirio alcanzado por las autoridades: "En 2007, unos pescadores tunecinos salvaron la vida a 44 naúfragos. Tras el rescate, los llevaron a Lampedusa. Allí, los pescadores fueron detenidos acusadosde fomentar la inmigración clandestina. En febrero, se lee la sentencia. Les pueden caer 15 años de cárcel", zanja perplejo.

Publicado en el diario Público
Autor: Carlos Prieto

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