Los pósters con su rostro circulan por Marruecos de mano en mano y ya se ha convertido en todo un símbolo de la revuelta estudiantil en el país. La joven Zahra Boudkour vive desde hace ya casi ocho meses un calvario entre las rejas de una prisión de Marrakech. Según su testimonio, relatado a Acn Press por sus hermanas, ha sufrido en la cárcel todo tipo de vejaciones.
Ha acabo con sus huesos en prisión por manifestarse en la Universidad, por pedir más derechos para sus compañeros. Libertad de expresión y de reunión en la facultad, más dinero para sus raquíticas becas –a las que acceden pocos estudiantes-, transporte gratuito para los jóvenes con menos recursos y mejor alimentación después de que una veintena de estudiantes resultasen intoxicados en el campus. Eran sus demandas. "Poco realistas" según declaró el rector de la Universidad.
La única mujer
Junto con otros cientos de estudiantes plantó cara en el campus. "La represión de las Fuerzas Auxiliares fue brutal, decenas de jóvenes resultaron heridos de gravedad y se llevaron a un centenar de chicos detenidos", cuenta Omar, de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) en Marrakech. Sólo una veintena fue encarcelada. Entre ellos, Zahra, la única mujer. Hasta este jueves ni ella ni otros once estudiantes, "el considerado núcleo duro de las protestas", habían comparecido ante el juez. "Los han apodado ya el Grupo de Zahra", apunta Omar. Entraron en la sala "lanzando proclamas por la libertad de expresión y algunos militantes de izquierdas también irrumpieron en el juzgado reclamando su liberación y tachando de arbitrarias las detenciones".
El juez emplazó el juicio hasta el 26 de febrero. "Vamos a seguir apoyando a nuestros compañeros", afirman Fatima y Youssef, dos estudiantes de la Universidad de Marrakech. "Ahora vamos a boicotear los exámenes y preparamos más manifestaciones para la próxima vista", añade Youssef que se niega a ser fotografiado para evitar represalias de las fuerzas del orden. "Sus detenciones han sido políticas, porque pertenecen a una corriente comunista de la Unión de Estudiantes Marroquíes", cuenta Bchara, una de las hermanas de Zahra. Son de una localidad marroquí situada a las puertas del Sahara, pero se han desplazado estos días a Marrakech para apoyar a su hermana.
"No nos dejaron entrar en el juicio, no hemos podido ver a nuestros familiares", sigue al tiempo que asegura que "sabemos que la huelga de hambre que mantienen desde hace cincuenta días les está debilitando mucho; Zahra sufre anemia severa, estamos muy preocupados". No nos han permitido entrar en el campus para hacer las entrevistas. El guardián no quiere problemas con la prensa. En un pequeño cuarto de estudiantes, a pocos metros de la Universidad, varios familiares esperan su turno para contar la historia de sus sobrinos, hermanos o hijos. "Son muy valientes, en Marruecos hacen falta más personas con tanto coraje como ellos para que cambien las cosas", habla una madre con tres hijos encarcelados en las mismas manifestaciones.
Aún así, el precio es demasiado elevado. "Mi hermana, Zahra, ha sido golpeada en la cárcel, insultada, desnudada y amenazada con ser violada… sólo tiene 21 años, es una niña todavía". Una niña elevada a símbolo de toda una generación que lucha en Marruecos por abrirse paso y por ganar terreno en la libertad de expresión.
Fuente: ACN Press
Foto: diario Público
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