La solución a la inmigración pasa única y exclusivamente por los países de origen. Esta afirmación, que han hecho suya hoy en día la mayor parte de expertos en el fenómeno migratorio, es ya una realidad en muchos países del África subsahariana, punto de partida de la inmensa mayoría de personas que tratan de llegar a Canarias a bordo de un cayuco o una patera. En muchos casos, sin embargo, la falta de recursos y, sobre todo, de repercusión mediática, convierten en invisibles muchos de los proyectos que, sobre el terreno, se están llevando a cabo en el continente negro.
Desde 2006 algunos de estos proyectos se desarrollan en distintas zonas de Mauritania, merced a la colaboración entre Cáritas Diocesana de Tenerife y la agencia local de esta ONG. En este sentido, tras la visita al país en febrero de 2007 de una delegación de las dos diócesis canarias, se concretaron una serie de apoyos que dieron lugar a diversos programas de cooperación consolidados en la actualidad.
El más ambicioso de todos ellos es el Centro de Formación e Inserción Profesional (CFIP) que Cáritas Mauritania tiene en el distrito de Dar Naïm, uno de los barrios marginales de la capital, Nouakchott. Dirigido por Zeinebou Bellamech, esta instalación acoge en la actualidad a más de 270 jóvenes de entre 14 y 20 años que se encuentren en situación de pobreza. Financiado por el Cabildo de Tenerife, a través del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria, "se trata de un proyecto pedagógico que no sólo ofrece formación, sino que capacita para la inserción en la sociedad", según explica a DIARIO DE AVISOS la propia Zeinebou Bellamech. "Damos un oficio a jóvenes de sectores desfavorecidos, la mayor parte de los cuales son analfabetos, lo que les permite que puedan ganarse la vida y mantener a su familia", agrega la directora del centro, quien recientemente estuvo en Tenerife junto al obispo de Mauritania, el alemán Martín Happe.
Hacia finales de los años 80, Cáritas lanzó en África el proyecto Niños de las Calles, un fenómeno típicamente urbano que afecta a menores provenientes de medios muy desfavorecidos. Dicho proyecto, que tenía como objetivo dotar a estos jóvenes de una vida familiar digna, se convirtió con el paso del tiempo en un reto más complejo, denominado Proyecto Esperanza de los Niños, que se ocupaba especialmente de los menores que tenían problemas con la ley. En la mayor parte de los casos, la organización humanitaria observó que todos estos menores estaban excluidos del sistema escolar formal y que su mantenimiento o su vuelta a un contexto normalizado pasaba necesariamente por la adquisición de una formación profesional de garantías.
Bajo estas premisas, Cáritas Mauritania abrió en 1993 este Centro de Formación e Inserción profesional, reconocido por el Ministerio de la Función Pública del país africano. De los 12 alumnos con los que se empezó a trabajar, se pasó a 119 -distribuidos en cinco secciones- en el curso 2005-2006. En octubre de ese año se construyó un nuevo centro mixto en un terreno cedido por el municipio de Dar Naïm, con lo que se amplió el cupo de admitidos. Los beneficiarios tienen distintos orígenes y, por lo tanto, lenguas maternas diferentes (hassanya, pular, soninké, wolof); por ello, se estableció un tronco común de un año de duración, basado fundamentalmente en la alfabetización de los menores.
Según expone a este periódico Zeinebou Bellamech, "al principio se trata de facilitar la comunicación entre los alumnos, para superar la restricción de las relaciones limitadas al clan, lo cual contribuye a la paz social y a la justicia". En el transcurso de este periodo común los alumnos aprenden las primeras nociones técnicas en varios campos, con el fin de que puedan elegir una especialidad el año siguiente.
Especialidades
Posteriormente, el centro ofrece dos años de formación profesional en ocho especialidades, que van desde la carpintería metálica a la mecánica de vehículos, electricidad general, costura, peluquería o informática, entre otras. La enseñanza técnica conlleva una parte teórica que les permite adquirir los conocimientos necesarios para la comprensión las tareas que van a tener que realizar en la parte práctica del curso, que se imparte en los mencionados talleres. Al final del primer año, los alumnos realizan prácticas de dos meses que viene a reforzar los conocimientos y las competencias adquiridas durante el curso, y que, como reconoce la directora del centro, "contribuye a su resocialización e inserción progresiva en su futuro medio profesional".
"El modelo pedagógico se ha estado revisando en este último año y se han incorporado mejoras en la estructura de funcionamiento interno del centro", denota Bellamech, quien destaca el aumento del número de chicas que se han incorporado a los módulos formativos. Y es que, en su opinión, "el rol de la mujer es muy importante, porque en países como Mauritania el matriarcado tiene una enorme influencia. El Islam no ha borrado este papel de la mujer en la sociedad africana, en la que se dice que ’la mujer es el turbante y los zapatos del hombre’".
Para la responsable del centro de formación profesional de Nouakchott, "se tiende a criminalizar la inmigración, debido a los excesos que estamos acostumbrados a ver en la actualidad". "Pero no es un crimen migrar, y deberíamos de tenerlo en cuenta para no cargar todas las tintas sobre los países de origen de estos inmigrantes". "Es cierto que es un problema importante y no podemos decir que toda África debe venir a Europa, pero hay que buscar respuestas juntos, no una imposición de soluciones de los países más desarrollados sobre los menos", arguye Zeinebou Bellamech. Proyectos como el que ella dirige, según denota, reflejan que "en relación a otras zonas de África, pocos mauritanos salen hoy en día de mi país; de hecho, la mayoría de los que viajan hacia Canarias en cayuco son de otros países, que pasan por Mauritania". "Aunque no lo parezca, mi país también está haciendo grandes esfuerzos para frenar la salida de jóvenes, porque son nuestro tesoro", concluye Bellamech.
Estrechos lazos con una de las zonas más pobres del planeta
Cáritas Internationalis es una confederación de 162 organizaciones católicas de asistencia, desarrollo y servicio social, que trabaja en la construcción de un mundo mejor para los pobres y oprimidos, en más de 200 países y territorios de todo el mundo. Desde 2001, la delegación española de la ONG mantiene relaciones de cooperación con su homóloga de Mauritania, a través de distintos proyectos de desarrollo. En este sentido, se han financiado infraestructuras hidráulicas y se ha dotado de recursos para la recuperación de perímetros agrícolas en el sur, en las zonas del Gorgol y del Trarza, cerca del río Senegal, y en la zona semidesértica de El Aftout. Mientras, en el área urbana de la capital, Nouakchott, Cáritas Española ha apoyado proyectos de salud, formación profesional, promoción de la mujer y atención a niños de la calle, buscando una perspectiva a largo plazo de apoyo a la labor de Cáritas Mauritania en favor de amplios colectivos en una de las regiones más pobres del planeta. En esta faceta han sido decisivos los lazos establecidos por las diócesis canarias y la misión católica en el país africano, refrendados con visitas como la realizada recientemente a las Islas por el obispo Martin Happe. La organización humanitaria, además, está presente desde 2005 en la región del Sahel, azotada por el hambruna y las plagas de langosta, que han motivado varias diásporas de personas hacia Europa vía Canarias.
Foto: Cáritas Diocesana de Tenerife
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