El accidente (Alianza, 2009). Se trata de una de las obras más peculiares del escritor albanés Ismaíl Kadaré, último premio Príncipe de Asturias de las Letras. Con una prosa concisa y bella, mantiene en todo momento la tensión de los hilos de la intriga. Además, recoge las tradicionales referencias a las tragedias clásicas, adentrándose en los sinuosos meandros de las relaciones amorosas del ser humano, unas veces banales, otras inextricables y sorprendentes. El accidente comienza con el accidente de un taxi que, saliéndose inexplicablemente de la calzada, se estrella en la carretera que lleva al aeropuerto de Viena. Como consecuencia del choque, los dos pasajeros, un hombre maduro y una mujer joven, ambos de nacionalidad albanesa, resultan muertos. Las investigaciones policiales no consiguen aclarar qué fue lo que despistó al taxista al mirar por el retrovisor como para perder el control del vehículo. Nacido en Gjirokaster (Albania), en 1936, Kadaré está considerado como un clásico contemporáneo de la literatura universal, eterno candidato al Premio Nobel de Literatura. Intelectual comprometido, su disidencia con el autárquico régimen comunista albanés le llevó a exiliarse en Francia en los años 90. Sus primeros éxitos literarios los obtuvo en la década de los 50 con libros de poesía Lírica y Ensoñaciones, mientras que su reconocimiento internacional vendría en 1962 con la edición de su primera novela, El general del ejército muerto.
Los confines (Destino, 2009). Cada vez que Claudia y Max se aman se sienten más libres. A sus treintaitantos han conseguido experimentar juntos una sensación vetada para la mayoría de los mortales: vivir el Paraíso en la Tierra. Pero, ¿está el amor, por puro que sea, por encima del bien y del mal?. «Está por encima de la moral y la ley», le asegura convencida Claudia a su hermano Max tras uno de sus encuentros amorosos... Editor, articulista, novelista y poeta, escritor en suma, Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío (León) 1953) da un salto sin red en su última novela, Los confines, una intensa historia de amor donde los tabúes sociales, la búsqueda de la felicidad plena y el incesto aparecen entrelazados y sin estigmas.
El regreso del nativo (Montesinos, 2006). El susurro del viento barre las lagunas y los senderos de Egdon Heaths, bosque y páramo donde crece la aulaga y las noches de invierno son frías y desangeladas. Y es a ese lugar inhóspito d onde Clym Yeobrigth regresa –tras haber vivido en París, ciudad rutilante y cosmopolita– y el lugar del que quiere huir la bella y joven Eustacia, quien aspira a vivir en el oropel y la brillantez de la capital francesa. Su paisaje es lúgubre, sus caminos t ortuosos, sus lugareños toscos, sus pozas peligrosas, pero hay algo magnético en Egdon, algo capaz de atrapar a sus moradores –salvo a Eustacia–, de retenerlos en un mundo en el que el tiempo parece haberse detenido. Y es ahí, en ese lugar según algunos siniestro, según otros el hogar al que siempre se regresa, donde se desarrolla el drama, donde los amores se cruzan y descruzan, donde acecha la muerte, tal vez el suicidio. El regreso del nativo es, sin lugar a dudas, una de las mejores novelas de Thomas Hardy. Fue llevada al cine en 1994, bajo la dirección de Jack Gold y con Catherine Zeta-Jones en el papel de Eustacia. Su publicación en 1878 situó a Hardy en la cima de la gloria, de la que sería descabalgado después a raíz de la mala recepción de las novelas Tess d’Ubervilles y Jude el oscuro.
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