El documento presentado por el Ararteko sobre los valores de los jóvenes no sólo es sombrío en lo que se refiere al mundo de la violencia etarra. En lo que respecta a la visión que tienen los menores sobre los homosexuales, los inmigrantes, los gitanos y los discapacitados el panorama tampoco mejora mucho. «Queda todavía mucho por hacer en la aceptación del otro», afirmó ayer Iñigo Lamarca. El texto alerta sobre la permanencia de «preocupantes» actitudes «xenófobas y homófobas».
En este terreno el informe es igual de demoledor. El 43% de los escolares vascos no quiere un gitano como compañero de clase, una cifra similar opina lo mismo de los homosexuales y un 30% tampoco quiere compartir aula con una chica que lleve velo islámico o con un inmigrante. Las actitudes más racistas se dan entre los varones.
En este último caso, los estereotipos están muy definidos y trasladan la imagen de un extranjero que viene a Euskadi a generar problemas. Por lo menos, eso piensa una parte de la juventud vasca. No la mayoría, pero sí un grupo significativo. Un 27% de los menores sostiene que sólo causan delincuencia y violencia, y un 42% cree que no suponen una riqueza para el país.
Algunos datos son sorprendentes por su dureza. Un 14% piensa que no tendrían que usar las instalaciones deportivas y a un porcentaje similar le parece mal que muchas personas vengan a Europa en busca de un futuro mejor.
En lo que se refiere a los homosexuales, las cosas no mejoran. El documento constata que, por ejemplo, sólo el 40% de los jóvenes no ve nada malo en tener un profesor homosexual. En pleno siglo XXI, el 23% de los adolescentes vascos considera que la homosexualidad es una enfermedad. Casi la mitad de los encuestados por la oficina del Ararteko dice que le da igual que los gays se casen, pero, eso sí, confiesa que le provoca rechazo contemplarlos.
Sobre otro tipo de roles, el informe constata que, a pesar del transcurso de los años, los jóvenes siguen otorgando a las mujeres el papel de ama de casa. El 85% de los estudiantes vascos asigna a las madres la tarea del planchar. Según el 84% de los preguntados, cambiar una bombilla es cosa de hombres.
Publicado en el diario El Correo (D. Guadilla)
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