Desde las lomas de la Sierra del Retín, en la playa de los Alemanes de Zahara de los Atunes se puede ver la costa marroquí en los días claros de verano. Cuando la radio de los bañistas mezcla los grandes éxitos que ponen en las discotecas españolas con el recitar pausado y cadencioso de las shuras del Corán de las emisoras marroquíes, comienza el rosario inacabable y trágico de la llegada de inmigrantes desde el norte de África.
Aprovechan el buen tiempo para tratar de lograr el sueño de una vida en la Europa opulenta y dejar atrás la miseria de sus pueblos. Desde hace unos años, ya no es una sorpresa verlos llegar ateridos acompañados por la Guardia Civil y la Cruz Roja, pero lo que no deja de sorprender son los medios que utilizan para alcanzar las costas. Junto a las tradicionales pateras y cayucos, desde el año 2000 a Tarifa y Algeciras arribaron personas en tablas de surf, hidropedales, lanchas neumáticas, barcas de goma, para el juego de los niños e incluso sobre llantas de camión.
La Cruz Roja de Tarifa destaca que en los últimos meses, el número de este tipo de embarcaciones se ha incrementado considerablemente debido a que son más económicas. En estas lanchas, pensadas inicialmente para dos o tres ocupantes, tratan de cruzar el Estrecho el doble o el triple de personas, lo que aumenta el riesgo de naufragio. Las mafias controlan el tránsito de pateras y cayucos y mantienen el control de los que salen con destino al continente. La falta de medios económicos y el aumento de la necesidad obligan a buscar nuevas fórmulas que, en algunos casos, se convierten en una auténtica tragedia. Lo que en una orilla es un juego de verano, en la otra se convierte en una aventura por escapar del hambre. Recientemente un grupo de niños fue rescatado cuando viajaban en una de estas lanchas.
La peligrosidad, como la necesidad, van a la par, y en la costa de Marruecos cada vez se las ingenian de una manera distinta. Daniel Iglesias, responsable del Equipo de Respuesta Inmediata de Emergencias (ERIE) de Tarifa de la Cruz Roja, señala que en lo que va de año se han atendido a más de 600 personas tan sólo en la costa gaditana. El estado en el que suelen llegar es muy parecido en todos los casos: deshidratación, hipotermia y con hambre. Si bien Iglesias destaca que los que se acercan en las lanchas neumáticas lo hacen «mucho más cansados por el esfuerzo y con dolor en los brazos, porque tienen que venir remando». Es tal el cansancio que «cuando la Guardia Civil nos los trae para que los podamos atender lo hacen dormidos debido al agotamiento», destaca Iglesias.
Por su parte, la ONG Algeciras Acoge no se sorprende con estas recientes oleadas de personas y afirma que se han utilizado hasta motos acuáticas en esta peligrosa travesía por el Estrecho en los últimos años y que todo indica que se mantendrá esta tendencia en los próximos meses. Encarnación Márquez, portavoz de la asociación, señala que en la mayoría de los casos, las embarcaciones alcanzan el litoral con un número excesivo de inmigrantes, que en su mayoría son del Magreb, ya que los subsaharianos utilizan otra ruta y buscan las costas de las Islas Canarias.
Publicado en el diario La Razón
Foto: Francisco Ledesma (El Mundo)
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