África es un continente olvidado. Las continuas guerras, las pandemias y el saqueo de sus recursos por parte de los países llamados del primer mundo han dejado el continente en una situación de pobreza extrema. Muchos africanos deciden abandonar su país, aún sabiendo que se están jugando la vida, y subirse a una patera rumbo a España, donde esperan encontrar una vida mejor.
El colectivo Africanos Asociados del Principado de Asturias es una asociación que se dedica a ayudar a los inmigrantes que acaban de llegar a la región. Ayer celebraron en el CMAE su primer aniversario con un debate sobre la situación de África y de qué manera los africanos afincados en Asturias pueden contribuir al desarrollo de su país, aunque estén a miles de kilómetros de distancia.
«Tenemos que ocuparnos de lo que ocurre aquí y en África», sentenció Ardiouma Sirima, presidente de la Coordinación de la diáspora africana en Bretaña. Sirima remarcó la necesidad de implicarse en los problemas de la ciudad que acoge a los inmigrantes. «De esta manera los propios ciudadanos se darán cuenta de que enriquecemos el lugar», señaló. Subrayó, también, que los africanos que residen en la villa no deben olvidarse de ayudar a su país. «El dinero que enviáis a vuestras familia es sólo para el día a día», recalcó. El presidente de la Coordinación de la diáspora africana en Bretaña propuso a los inmigrantes que una parte del dinero que envían a su país lo depositen en un fondo que contribuya a su desarrollo. «Hay que reflexionar sobre cómo utilizar estos fondos en beneficio de todos», remarcó. Tras la intervención de Sirima se abrió un debate sobre la necesidad de que todos los países y asociaciones internacionales se solidaricen con el continente africano y se unan para conseguir cambiar la situación.
Javier Bauluz, fotoperiodista, también participó en la celebración del primer aniversario del colectivo, con la proyección del documental realizado por él, «El muro más grande del mundo». El reportaje muestra la miseria de seis países como Mauritania y Senegal, donde las familias están destrozadas por la pérdida de sus seres queridos o, lo que es peor, por la incertidumbre de no saber si aún siguen vivos, después de que un día decidieran subirse a un cayuco en busca de una vida mejor.
Publicado en el diario La Nueva España
Autor: Ana G. Duque
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