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viernes, 24 de julio de 2009

Diez años de una tragedia que no debe olvidarse

La pasada madrugada se cumplió el décimo aniversario de una de las tragedias más significativas del drama de la inmigración ilegal que llega a Canarias por vía marítima. Diecinueve jóvenes saharauis procedentes de la ciudad de Guelmim se habían reunido para emprender juntos un viaje que les llevaría hasta la isla de Fuerteventura. Sus sueños, sin embargo, se hundieron en el Atlántico debido al mal estado de la mar, que destrozó la barquilla tras un brutal choque contra unas rocas. Once personas perecieron, pero sólo siete cuerpos fueron rescatados.

Mañana por la mañana, justo una década después de este primer naufragio en Canarias, distintos colectivos sociales de Fuerteventura han organizado un homenaje en la propia playa de La Señora en recuerdo de los más de 3.000 inmigrantes que han perdido la vida entre África y las Islas en la última década.

No en vano, desde 1999 han llegado a Canarias 2655 barcas, 106 desde 1994 a 1999, y desde la primera en agosto de 1994 hasta hoy: 2.772 embarcaciones tipo patera o cayuco. A día de hoy han llegado 95.530 personas sólo a Canarias. Unos 400 yacen enterrados en los cementerios del Archipiélago, el rastro del resto se ha perdido para siempre en el océano.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha querido recordar ayer la trágica onomástica."Sin pudor escuchamos explicaciones como que no sabían nadar, estaban cansados y no podían nadar, las rocas rompieron el casco, se asustaron y al moverse en grupo volcaron la patera. Y nadie se sonrojó. Estos sesudos analistas pasearon su hipocresía por tertulias, artículos, entrevistas y demás jungla del negocio de la pobreza creando opinión pública a cerca de lo irresponsables que eran y la falta de información que tenían los muertos al pensar que aquí iban a encontrar El Dorado", afirma la ONG.

La organización se pregunta "¿Y si en vez de venir a Canarias el verbo fuera huyen de…?", y recuerda que a muchas de las personas que huyen de su país "no se les concede asilo ya que no hay una guerra, o no les persiguen por motivos religiosos o de género, por sus ideas, por su raza, nacionalidad o pertenencia a grupo social determinado. Y sin embargo huyen aunque ni ellos mismos sepan argumentar su naufragio", insiste.

CEAR considera que "hoy la crisis económica nos debería hacer reflexionar profundamente para no seguir reproduciendo bombas silenciosas antipersona y anticomunidad que son las injustas relaciones de producción que determinan una injusta distribución de la riqueza, imponiendo una exclusión hasta el límite", concluye el comunicado.

Fuentes: ACNPress y Cadena SER
Foto: ABC

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