En los últimos días, los vecinos han asistido al retorno de las prostitutas al barrio -con la única excepción de las de origen subsahariano-, situación que evidencia la poca efectividad de las políticas policiales de imagen. La voluntad del Ayuntamiento es que la prostitución pase de la calle a prostíbulos, cosa inviable con el actual Plan de Usos del distrito: la prohibición de que entre un local y otro haya 200 metros, la misma distancia respecto a las escuelas y centros protegidos y la no continuidad con domicilios lleva a que sea materialente imposible abrir pisos de relax en el Raval.
A expensas de la modificación del nuevo Plan de Usos, prevista por la concejal del distrito de Ciutat Vella, Itziar González, para principios de 2010, Generalitat y Gobierno siguen sin legislar en materia de prostitución, tal y como solicitaba el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, que actualmente se encuentra en una situación de alegalidad. Queda pendiente también el cumplimiento del compromiso de González de cerrar el recinto de la Boquería por las noches. Pero entre la regularización del tripartito y la propuesta de prohibición de la prostitución callejera de Hereu, el problema sigue sin encontrar solución. Quizá haya que esperar a que el PSC la incluya en su programa electoral, como vaticinaba Hereu el pasado mes de septiembre.
Los problemas no acaban ahí. La narcosala Baluard, que pretende garantizar que los toxicómanos se inyecten en condiciones higiénicas, ha vuelto a salir a la palestra estos días tras la denuncia de los vecinos que afirman que la sala «está saturada» y los alrededores «están repletos de toxicómanos que se inyectan en plena calle y atemorizan a los vecinos». Ante la denuncia, el PP ha sido el único que ha apoyado el cierre de la sala, mientras CiU habla de traslado. Hereu, por su parte, afirma que la narcosala «forma parte de la solución» y González propone que se abran más salas en otros distritos para que el barrio deje de ser foco de delincuencia.
Exclusión social
Prostitución, drogas, delincuencia e inmigración son algunos de los problemas que más acusa el Raval y que ponen de relieve el fracaso de la gestión municipal a la hora de afrontarlos. El barrio está, pues, lejos del ideal de «ciudad cosmopolita» que se vende de Barcelona. Y es que en el llamado barrio chino se dan cita varios factores que propician la exclusión social. Ciutat Vella es el distrito donde más población foránea vive de Barcelona (41,1% según datos municipales). El 70% sólo tiene estudios secundarios, primarios o menos que primarios y más del 22% está parado o buscando trabajo, cuando la media en Barcelona está ocho puntos por debajo.
La inseguridad, el principal problema para el 28% de los residentes en el barrio, está relacionada con la pasividad policial a la hora de actuar ante este tipo de situaciones y la falta de efectivos del cuerpo de seguridad. Algo que debería encontrar solución en breve según el tercer teniente de alcalde, Jordi William Carnes, ya que depende de la incorporación de más agentes de la Guardia Urbana y Mossos d´Esquadra. Así, recordó que «la de este año será la primera promoción de Mossos d´Esquadra que podrá dedicarse a reforzar las comisarías existentes».
Publicado en el diario ABC
Autor: Rocío Ovalle
Foto: EFE
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