Kalilu Jammeh procede de Gambia y llegó a España hace seis años en una patera. Ahora ha publicado el libro El viaje de Kalilu, en el que narra su largo viaje de manera desgarradora. Ayer, en el Parque de las Ideas de Jaén compartió su experiencia.
“En África hay miles de jóvenes que se ven liados en una trampa de ilusiones. Se empeñan en llegar al paraíso Europa, pero llegan a un punto en el que ni pueden seguir adelante y no quieren regresar a sus casas. Muchos se dejan la vida en el intento”. Con esta reflexión, Kalilu Jammeh quería hacer llegar a los asistentes a la conferencia la compleja situación que viven los países africanos en general y Gambia en particular.
Para él el objetivo está claro y tiene una doble vertiente: Por un lado, hacer llegar a los hombres y mujeres que se plantean salir hacia Europa que el peligro es muy grande, que la mejor opción es permanecer en el país de origen y trabajar por intentar mejorar la situación. Por otro, mostrar a los ciudadanos de la parte “rica del mundo” la situación de desesperación que viven estos pueblos y la necesidad urgente de que se ofrezca una ayuda para mejorar al agricultura, la educación y la industria de estos países de manera que los potenciales inmigrantes no tengan que hacerlo. “La Declaración de los Derechos Humanos contempla el derecho a la libre elección de movimiento. Hoy en día ese derecho se aplica de diferente manera según los continentes, los orígenes, la riqueza o el color de la piel de quien lo haga. Por tanto, si Europa puede ir a África a investigar o a explotar sus recursos para mejorar la vida de los europeos, la misma suerte de oportunidades se tendría que dar a los africanos. Si se dejara el coste de la manufactura de los productos que se extraen allí, las oportunidades estarán más equilibradas”, sentenció el conferenciante.
Kalilu Jammeh explicó a los asistentes las penurias de su travesía, que refleja en su obra. Fueron más de 18 meses de viaje para cubrir un trayecto de casi quince mil kilómetros. Hambre, miedo, dolor y todo aquello que puede poner al límite de la resistencia a un ser humano. En su mente, sólo una cosa, llegar para poder contarlo y evitar, así, que continúe “este genocidio silencioso”. “Es un gran honor y nunca olvidaremos, ni dejaremos de agradecer la ayuda que prestan para acabar con la inmigración ilegal aquí y en origen”. “El desierto del Sáhara o el mar Mediterráneo se convierte en el final no elegido de muchos jóvenes que tratan de dejar África para buscar un trabajo en Europa”.
“Desgraciadamente, muchos de ellos nunca alcanzan su destino, ni vuelven a sus casas. Mueren de hambre, de sed o los asesinan”. “En mi país, Gambia, hay muchas viudas y muchos niños huérfanos como consecuencia de este camino que emprenden los hombres. Este panorama de salida masiva agrava, aún más, la espiral de pobreza”. “Mi mensaje para quienes están a punto de partir hacia Europa es que es mejor permanecer allí, tener un poco de paciencia, y contribuir a hacer una África más grande y más fuerte”.
“En el ámbito de la política mundial debería inculparse de la gestión inoperante a los gobernantes ya que han permitido que generaciones de grandes talentos se hayan perdido o se hayan tenido que exiliar en otros países a causa de la persecución política, sus excesos o los extremismos”.
“África necesita ayudarse a sí misma, pero también necesita de la ayuda de los países ricos. Por esta razón no sólo quise escribir el libro, sino también fundé la asociación, para ayudar a los niños que no tienen padre y que viven en la pobreza. Fomentar la agricultura es necesario ya que es la base de Gambia”. “Es imposible saber cuánta gente ha fallecido en el desierto o a consecuencia de las deportaciones que dejan abandonadas a las personas”, concluyó Kalilu.
Publicado en el Diario Jaén
Autor: Irene Bueno
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