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lunes, 25 de enero de 2010

La prostitución, a debate

Me sorprendí al encontrarme a una joven guapa, con un vestido negro provocativo que de manera amable me indicó que en esa esquina le había tocado trabajar, que su intención no era molestar a los vecinos, y que avisaría a sus jefes que ahí ya no podría seguir trabajando. Y cumplió su palabra: no volvimos a verla más.

Se dice que el oficio más antiguo del mundo es la prostitución. Pero hoy en día, hay quien pretende seguir cerrando los ojos a que ésta es una forma de ganarse la vida para hombres y mujeres. Por hipocresía o por conveniencia se trata de evadir el tema o lo que es peor, se extorsiona, se persigue y se castiga.

Enmarcada en la clandestinidad, la prostitución se ha convertido en un buen negocio para lenones, tratantes de blancas y malos servidores públicos, quienes ven en ella la manera de ganarse un dinero extra a cambio de no remitirlos ante un juez cívico, como lo marca la Ley de Cultura Cívica del DF. Por eso, me parece conveniente que se vuelva a poner sobre la mesa la propuesta de Ley de Trabajo Sexual, que busca reglamentar el ejercicio de la prostitución, para garantizar a los trabajadores sexuales derechos y seguridad social, así como marcarles obligaciones y garantizar los derechos de terceros reglamentando sitios, horarios y vestimentas.

Al aprobarse la ley, los sexoservidores entrarían a un censo de la Secretaría de Trabajo local, y se podría blindar la prostitución de menores, acabando así con el abuso que ahora existe. Seguramente, esta propuesta del PRD levantará polémica con argumentos de falsa moral, sin aceptar que al reglamentarla se podrán regular horarios y zonas de trabajo, así como garantizar controles sanitarios adecuados.

Al legalizar esta ocupación, se corta de tajo la corrupción que existe en algunos malos servidores públicos, así como la presencia de lenones que justifican su presencia al “brindarles seguridad” para que no sean remitidos por ejercer la prostitución. Es un hecho que hoy, a pesar de estar prohibida, se ejerce y cada vez son más las calles y colonias que presentan prostitución. Que se da a plena luz del día, cerca de centros escolares, con vestimentas minúsculas, que consumen alcohol en vía pública y todo ante los ojos complacientes de autoridades corruptas.

Nos guste o no, la prostitución existe. No basta con prohibirla o ignorarla: hay que regularla.

Por Laura Elena Herrejón (El Universal de México)

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