Solicitar asistencia médica, pedir ayuda tras quedarse atrapado en un ascensor o plantear una duda ante la Administración son acciones que, para la mayoría, no requieren esfuerzo ni generan ningún problema. Sin embargo, acciones tan cotidianas como éstas, pueden convertirse en una auténtica odisea para las más de 34.000 personas sordas del Archipiélago. No en vano, hace menos de un mes uno de los socios de la Asociación de Sordos de Tenerife (Asorte) sufrió un atropello en las inmediaciones de la sede de la entidad. Tras intentar ponerse en contacto con el 1-1-2, hubo que recurrir a una persona oyente con conocimientos en Lengua de Signos, ya que Emergencias no cuenta con un sistema de comunicación a través de mensajes de texto para que las personas con discapacidad auditiva puedan informar de las urgencias.
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