Italia aceptó ayer por la noche recibir a 154 inmigrantes clandestinos que fueron rescatados el pasado jueves por un barco frente a las costas de Sicilia. Los Gobiernos de Italia y Malta se habían enfrentado sobre la decisión a tomar con el mercante Pinar, de bandera panameña y propiedad de un armador turco, que desde el jueves estuvo bloqueado en el Mediterráneo, cerca de la isla italiana de Lampedusa.
Las autoridades de ambos países se negaban a dejar atracar el barco en sus puertos y pidieron a la Unión Europea que interviniese en el conflicto para resolver la situación de los inmigrantes, entre los que había una embarazada muerta. El barco estaba a 20 millas al sur de Lampedusa, isla en la que las autoridades maltesas pretendían que atracase por ser las más próxima, pero a lo que se negaba el Ejecutivo italiano, aduciendo que el rescate tuvo lugar en aguas de competencia de Malta.
«Las aguas internacionales del Mediterráneo están divididas en zonas de competencia para el socorro y salvamento, y ha sido Malta la que ha pedido tener un área de competencia muy amplia, que llega hasta el sur de Lampedusa», afirmó el ministro del Interior italiano, Roberto Maroni. «Entonces, hace falta preguntarse: ¿es normal que un país que tiene la responsabilidad del socorro en la zona de mar de su competencia haga después desembarcar a los indocumentados en otra nación?», añadió. Tanto Maroni como el primer ministro maltés, Lawrence Gonzi, apelaron a la UE para que hiciera de árbitro.
En el barco aguardaban alguna solución los inmigrantes, entre los que había 35 mujeres, así como los trece miembros de la tripulación. «No hay comida ni agua fresca. Han estado en el mar durante diez días y los últimos tres han estado sin comida ni agua… bebían agua del mar», señaló el dueño del barco, Pinar Erdogdu
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