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sábado, 7 de marzo de 2009

El espíritu de Guet-N'dar

Abdoulaje sortea las cabras y los corderos que campan a sus anchas, los carros tirados por burros y caballos, algún que otro micro desvencijado y una multitud de niños que corretean descalzos por las calles de arena levantando una niebla amarilla. Está habituado: el barrio pesquero de Guet-N'dar, en Saint Louis, Senegal, con sus casetas diminutas arremolinadas, es el caótico y bullicioso escenario de su vida. Por eso puede contar su historia mientras anda: fue uno de los primeros de aquí que se lanzó al mar en piragua -como más se conoce a los cayucos- para alcanzar Tenerife durante la crisis de 2006 y dos años después regresó deportado tras vagar de un trabajo a otro por diferentes provincias de Cataluña.

"Regresar así ha sido muy duro. Aquí no hay trabajo. La pesca ya no da y tengo que alimentar a mis hijos", señala Abdoulaje de camino a la escuela Cheikh Toure, en pleno corazón de esta lengua de arena en la desembocadura del río Senegal. Los lamentos se repiten a medida que van apareciendo los otros deportados convocados y se reiteran en la reunión mantenida con los miembros de la delegación tinerfeña del proyecto TUR-SOS, de turismo sostenible. Eso ocurrió el jueves de la pasada semana. Sólo tres días después, Abdoulaje, Mustafa, Malig, Moussa y otros cuatro como ellos volvían a encontrarse con la delegación isleña, pero con una gran diferencia: habían formado la Asociación de Jóvenes Emigrantes de Guet-N'dar y habían redactado una lista de propuestas a elevar a la cooperación canaria.

El profesor de español Mohamed Insa Sene, también nacido en el barrio, traduce las ideas escritas en wolof ante la mirada atónita de los representantes de Cabildo de Tenerife, Universidad de La Laguna y Ben Magec, gratamente sorprendidos con la receptividad y capacidad de respuesta de estos pescadores. Quieren aprender español, hacer un curso para guías -"por si vienen los turistas"- y se prestan a realizar artesanía típica de la región -piraguas en miniatura, collares, djembes, sandalias, máscaras de madera...- para venderla en un mercadillo a instalar en el mismo barrio. Pero eso no es todo. Se ofrecen a reconvertir cayucos en embarcaciones de paseo para ascender por el río, instalar asaderos en las playas para sardinas o crear brigadas de limpieza para cambiar la cara de un lugar en el que, como casi todos en Senegal, los residuos o se queman en cualquier parte o se acumulan en vertederos incontrolados. De ahí ese olor a humanidad que se mezcla con el del mar, el pescado y los animales domésticos; una exuberancia que se repite en los colores, en los ruidos, en los vestidos brillantes y largos de las mujeres... En la pobreza.

El 'cayuco surf'
Algunas de sus iniciativas parecen inviables. Por ejemplo, la de los cayucos surf, es decir, lanzar piraguas para aventureros intrépidos con un motor potente contra las olas que rompen en la orilla, contando eso sí con todas las medidas de seguridad. Pero el grueso de las demandas es alabado por la delegación tinerfeña, que se compromete a tratar de buscar soluciones e incluirlas en el programa de TUR-SOS. Al menos ya han empezado a rebelarse contra cierta tendencia a la pachorra y unas dosis de victimismo que, junto con el expolio de las potencias occidentales y una corrupción galopante, mantienen a los países subsaharianos entre los más pobres del mundo. La Asociación de Jóvenes Emigrantes de Guet-N'dar es el primer colectivo de este tipo que nace en Saint Louis, el punto del que partieron gran parte de las embarcaciones en la crisis de 2006 y principal entrada del pescado que se consume en el país.

Ya existen otras dos en Thiaroye Sur Mer, otra de las localidades especialmente castigadas por el drama de la diáspora. Uno de los colectivos es el de Madres de Desaparecidos de la Emigración. Algunas de sus integrantes todavía hoy sueñan con que sus hijos no hayan llamado por miedo a admitir que no han tenido suerte en España. César, Pablo y Noelia, dos de los cooperantes de Ben Magec, admiten por el camino de vuelta que ha sido el acto más emotivo, con diferencia, de cuantos han celebrado. "Si aquí hubiera salidas, le aseguro que nadie se aventuraría a lanzarse al mar de esa manera", señala el profesor Mohamed Insa, quien se compromete a hacer de puente con los nueve deportados que han creado la asociación. Al fondo, en una de las calles, un Mercedes se oculta en medio de la noche.

Publicado en el diario La Opinión de Tenerife
Texto y foto: Daniel Millet

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