Lin todavía no ha cumplido los 17 años, pero desde hace dos se pasea
cada noche por algunos de los bares más frecuentados del Riverside de
Phnom Penh, la capital de Camboya. Su familia, que tuvo
que dejar el pequeño pueblo donde vivían por culpa de las
nacionalizaciones del suelo, necesita ingresos para salir adelante. Por
eso, cuando cierra el mercado donde su madre y sus hermanos venden
fruta, Lin se pone uno de los dos vestidos que tiene, se pinta
los labios y sale en busca de algún turista sin escrúpulos al que
sacarle unos cuantos dólares. Junto a dos amigas, y bajo la
supervisión de un proxeneta de escasas luces, la adolescente camboyana
cruza miradas y busca conversación en occidentales maduros que no hacen
demasiadas preguntas.
http://www.diariodeavisos.com/virgenes-mancilladas/
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