No hay tigres, ni leones; tampoco elefantes, osos, ni domadores. Pero
nada de eso importa cuando se encienden los focos del pequeño teatro y
el presentador anuncia en inglés que la sesión va a comenzar. “Pasen y
vean. Bienvenidos al mayor espectáculo del mundo: el circo”. Bajo la
carpa, una veintena de turistas esperan ansiosos para ver aquello de lo
que les hablaron al llegar a Battambang, la ciudad bañada por el Tonlé
Sap que late en el corazón de Camboya. En la grada, Patricia y Sara,
cooperantes españolas que acaban de terminar una maratoniana jornada de
templos y pagodas. “Nos han hablado muy bien de este espectáculo, propio
de otro país”, afirman. La música cesa, la luz se atenúa y cuatro
jóvenes aparecen en escena dando volteretas imposibles. Son el primer
número de la media docena que ha preparado la ONG Phare Ponleu Selpak –la alegría del arte- (PPS), cuya representación circense es ya uno de los atractivos más singulares del sudeste asiático.
http://www.diariodeavisos.com/circo-del-sol-pobres/
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