Javier Hernández Aguirán es licenciado en Comunicación Audiovisual
por la Universidad Autónoma de Barcelona. Desde 2001 trabaja como
periodista en distintos medios de comunicación de Zaragoza, donde
reside. Autor de la biografía autorizada del ex jugador de fútbol
internacional argentino, Luciano Galletti, a los 30 años decidió
afrontar un nuevo reto: empezar a entrenar en la piscina para alcanzar
unos Juegos Olímpicos. Apenas tres años después, lograba ser finalista
en natación y conseguía un diploma olímpico. Hasta aquí, la historia de
este luchador ya merecería ser contada, por el esfuerzo y dedicación que
suponen todas aquellas tareas que ha realizado con solo 36 años de
edad. Sin embargo, Javier Hernández es algo más que un periodista metido
a deportista; es un ejemplo de superación y constancia para muchas
personas que, como él, conviven con una discapacidad. Porque Javier
nació sin brazos. Su historia, que está recogida en el libro De los pies
a la cabeza, ilustra a la perfección lo que el ser humano puede llegar a
conseguir a poco que se lo proponga. Él, ahora convertido en coach y
conferenciante de prestigio internacional, demuestra en su día a día que
no hay trabas que impidan a una persona alcanzar sus sueños y metas,
por mucho que en ocasiones nos encontremos hundidos y dispuestos a tirar
la toalla.
Hace mucho tiempo que conocí la historia de Javier, con
quien incluso llegué a compartir medio de comunicación (él era
corresponsal en Zaragoza de un periódico deportivo y yo colaboraba en
Córdoba con ese mismo medio), pero cada vez que lo escucho o me entero
de nuevas hazañas suyas, me siento más orgulloso de él. Su proeza, más
allá del ámbito profesional o deportivo, radica en su forma de ver y
afrontar la vida, a pesar de las enormes dificultades que padece.
Recientemente, ha vuelto a dar muestras de su valentía y arrojo,
convirtiéndose en la tercera persona de toda Europa (la segunda también
fue un joven español) que logra sacarse el carné de conducir con los
pies. De este singular milagro y otras muchas cosas habló hace poco en
una entrevista radiofónica que tuve la oportunidad de escuchar.
Con
naturalidad y cierta ironía (otra de las cualidades que más me llaman la
atención de él), explicó cómo había tenido que trasladarse durante un
mes hasta una academia en Basauri (Vizcaya), la única del país que
ofrece cursos de conducción para personas con discapacidad. Confesó que
por ahora su sueldo no le da para comprarse un coche adaptado a sus
necesidades. Con una sonrisa, y después de relatar por qué se da a
conocer en las redes sociales como sepia (el molusco cefalópodo que
según él mismo más se parece a su forma de nadar), Javier confesó el
verdadero secreto de sus éxitos: simple y llanamente, ser FELIZ.