Que la inmigración irregular tiene historias totalmente rocambolescas es algo que ha saltado a la vista en los últimos años. El último ejemplo: tres inmigrantes intentan viajar como polizones en una patrullera de la Guardia Civil en Ceuta. La historia, aunque parezca broma, ocurrió en la jornada de ayer en el puerto de España, lugar donde acababa de atracar el buque Río Miño, de la Guardia Civil, para repostar combustible y estar unas horas en el puerto ceutí, han informado a EFE fuentes del instituto armado.
El buque, especializado en la lucha contra la inmigración ilegal y que desarrolla operaciones en el Mediterráneo y en el África Subsahariana, estaba atracado junto al edificio de la Autoridad Portuaria de Ceuta mientras repostaba cuando un joven que paseaba por el lugar advirtió la situación. Tres inmigrantes, dos de ellos subsaharianos y uno asiático, se introducían en el barco sin que la tripulación del Río Miño advirtiera su presencia y se ocultaban en una de las bodegas de la embarcación.
El joven, que había sido testigo casual del hecho, informó a los agentes de que había visto "algo raro" y que presumía que se trataba de inmigrantes indocumentados que pretendían esconderse en el barco para viajar como polizones. Y estaba en lo cierto. Los ocho guardias civiles que viajan a bordo del "Río Miño" empezaron a buscar por el barco y localizaron a los tres inmigrantes agazapados en las bodegas.
Los tres inmigrantes fueron detenidos por la Guardia Civil y trasladados en un furgón del mismo cuerpo hasta las dependencias policiales para tramitar su traslado al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde se comprobó que residían hasta ese momento. Los irregulares, según han informado a Efe fuentes policiales, desconocían que se acababan de colar en el barco destinado desde 2007 al control de la inmigración irregular entre las costas de Canarias y el África occidental. El Río Miño, de 50,81 metros de eslora y que fue entregado por el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, a la Guardia Civil en Canarias, forma parte de los controles europeos contra la inmigración ilegal, con una autonomía de 85 días de navegación a velocidad de crucero.
Fuente: Rafa Peña (EFE)
Foto: EFE
El buque, especializado en la lucha contra la inmigración ilegal y que desarrolla operaciones en el Mediterráneo y en el África Subsahariana, estaba atracado junto al edificio de la Autoridad Portuaria de Ceuta mientras repostaba cuando un joven que paseaba por el lugar advirtió la situación. Tres inmigrantes, dos de ellos subsaharianos y uno asiático, se introducían en el barco sin que la tripulación del Río Miño advirtiera su presencia y se ocultaban en una de las bodegas de la embarcación.
El joven, que había sido testigo casual del hecho, informó a los agentes de que había visto "algo raro" y que presumía que se trataba de inmigrantes indocumentados que pretendían esconderse en el barco para viajar como polizones. Y estaba en lo cierto. Los ocho guardias civiles que viajan a bordo del "Río Miño" empezaron a buscar por el barco y localizaron a los tres inmigrantes agazapados en las bodegas.
Los tres inmigrantes fueron detenidos por la Guardia Civil y trasladados en un furgón del mismo cuerpo hasta las dependencias policiales para tramitar su traslado al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde se comprobó que residían hasta ese momento. Los irregulares, según han informado a Efe fuentes policiales, desconocían que se acababan de colar en el barco destinado desde 2007 al control de la inmigración irregular entre las costas de Canarias y el África occidental. El Río Miño, de 50,81 metros de eslora y que fue entregado por el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, a la Guardia Civil en Canarias, forma parte de los controles europeos contra la inmigración ilegal, con una autonomía de 85 días de navegación a velocidad de crucero.
Fuente: Rafa Peña (EFE)
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