Ser extranjero indocumentado en Libia significa cárcel, torturas y esclavitud.
Significa racismo y explotación. Libia sigue siendo uno de los países
de tránsito de migrantes subsaharianos hacia Europa. Allí, los
extranjeros sin papeles sufren detenciones arbitrarias y palizas, según
denuncia Amnistía Internacional. Las porosas y vastas fronteras del país
norteafricano facilitan el tráfico ilegal de personas. Las mafias operan
con impunidad y, perse a los riesgos, un gran número de ciudadanos
subsaharianos cruzan a Libia huyendo del hambre y la guerra que tiñen
países como Níger, Somalia, Sudán, Nigeria, Etiopía, Eritrea, Ghana,
Burkina Faso, Camerún, o Chad.
Pero una vez en Libia, desde donde esperan cruzar el Mediterráneo, estos inmigrantes se enfrentan a la peor parte de su viaje. "Llevo unos siete meses en este país y no he conocido un día bueno. Después de nuestro viaje de 16 días por el desierto, terminé encerrado en una casa por los traficantes. Se negaron a continuar el viaje hasta que no pagásemos 300 dólares adicionales cada uno, después de haber pagado ya 600 dólares desde Sudán hasta Libia", cuenta un somalí de 22 años que viajó a este país norteafricano en febrero de 2012 en busca de refugio.
Su testimonio y el de otros migrantes los recoge Amnistía Internacional en su informe 'Somos extranjeros, no tenemos ningún derecho'. Entre mayo y septiembre de 2012, la organización pro derechos humanos investigó la situación de refugiados, solicitantes de asilo y migrantes de Libia y visitó nueve centros de detención donde son recluidos por las milicias. Estos centros albergaban a unos 2.700 detenidos. Entre ellos había mujeres embarazadas, mujeres con niños de corta edad y menores no acompañados. Las personas refugiadas y solicitantes de asilo -es el caso de los procedentes de Somalia o Eritrea, por ser países en guerra- se encuentran en un limbo legal, ya que Libia no dispone de un sistema de asilo.
Durante la dictadura del coronel Muamar Gadafi, los ciudadanos extranjeros -en mayor medida los que proceden del África Subsahariana- eran también detenidos y sometidos a abusos. Tras el derrocamiento del régimen, en 2011, la situación de los migrantes no sólo no ha cambiado, sino que ha empeorado. "Es una vergüenza que los abusos que se cometían en la era Gadafi contra los extranjeros, sobre todo contra los procedentes del África subsahariana, no sólo continúen, sino que hayan empeorado", señala Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.
"Las autoridades libias deben reconocer el alcance de los abusos a manos de las milicias e implantar medidas para proteger a todos los extranjeros de la violencia y los abusos, con idependencia de su origen o condición migratoria", añade. En un clima de racismo contra la población negra -a la que los libios que luchaban contra Gadafi consideran a favor de la dictadura, a causa de los rumores sobre el uso de "mercenarios africanos" en las filas gadafistas-, los extranjeros son culpados de delitos, enfermedades y otros males que aquejan a la sociedad libia, según señala la organización.
Los extranjeros en Libia son además vulnerables a la extorsión económica, a la explotación y a los trabajos forzados. "Soy una esclava de nuestro tiempo, obligada a trabajar gratis y sometida a insultos racistas. Si desobedezco, me golpean", confiesa una detenida de Malí. "Los libios no nos tratan como a seres humanos. Para ellos somos animales o esclavos. Somos extranjeros, no tenemos ningún derecho. Nos encierran y no sabemos lo que nos sucederá. Si nos quejamos, nos exponemos a sufrir palizas e insultos", afirma por su parte una mujer nigeriana de 23 años detenida desde finales de agosto.
Publicado en el diario El Mundo
Autor: Rosa Meneses
Foto: AFP
Pero una vez en Libia, desde donde esperan cruzar el Mediterráneo, estos inmigrantes se enfrentan a la peor parte de su viaje. "Llevo unos siete meses en este país y no he conocido un día bueno. Después de nuestro viaje de 16 días por el desierto, terminé encerrado en una casa por los traficantes. Se negaron a continuar el viaje hasta que no pagásemos 300 dólares adicionales cada uno, después de haber pagado ya 600 dólares desde Sudán hasta Libia", cuenta un somalí de 22 años que viajó a este país norteafricano en febrero de 2012 en busca de refugio.
Su testimonio y el de otros migrantes los recoge Amnistía Internacional en su informe 'Somos extranjeros, no tenemos ningún derecho'. Entre mayo y septiembre de 2012, la organización pro derechos humanos investigó la situación de refugiados, solicitantes de asilo y migrantes de Libia y visitó nueve centros de detención donde son recluidos por las milicias. Estos centros albergaban a unos 2.700 detenidos. Entre ellos había mujeres embarazadas, mujeres con niños de corta edad y menores no acompañados. Las personas refugiadas y solicitantes de asilo -es el caso de los procedentes de Somalia o Eritrea, por ser países en guerra- se encuentran en un limbo legal, ya que Libia no dispone de un sistema de asilo.
Durante la dictadura del coronel Muamar Gadafi, los ciudadanos extranjeros -en mayor medida los que proceden del África Subsahariana- eran también detenidos y sometidos a abusos. Tras el derrocamiento del régimen, en 2011, la situación de los migrantes no sólo no ha cambiado, sino que ha empeorado. "Es una vergüenza que los abusos que se cometían en la era Gadafi contra los extranjeros, sobre todo contra los procedentes del África subsahariana, no sólo continúen, sino que hayan empeorado", señala Hassiba Hadj Sahraoui, directora adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.
"Las autoridades libias deben reconocer el alcance de los abusos a manos de las milicias e implantar medidas para proteger a todos los extranjeros de la violencia y los abusos, con idependencia de su origen o condición migratoria", añade. En un clima de racismo contra la población negra -a la que los libios que luchaban contra Gadafi consideran a favor de la dictadura, a causa de los rumores sobre el uso de "mercenarios africanos" en las filas gadafistas-, los extranjeros son culpados de delitos, enfermedades y otros males que aquejan a la sociedad libia, según señala la organización.
Los extranjeros en Libia son además vulnerables a la extorsión económica, a la explotación y a los trabajos forzados. "Soy una esclava de nuestro tiempo, obligada a trabajar gratis y sometida a insultos racistas. Si desobedezco, me golpean", confiesa una detenida de Malí. "Los libios no nos tratan como a seres humanos. Para ellos somos animales o esclavos. Somos extranjeros, no tenemos ningún derecho. Nos encierran y no sabemos lo que nos sucederá. Si nos quejamos, nos exponemos a sufrir palizas e insultos", afirma por su parte una mujer nigeriana de 23 años detenida desde finales de agosto.
Publicado en el diario El Mundo
Autor: Rosa Meneses
Foto: AFP
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