A partir de hoy, y por primera vez en casi 90 años, las funcionarias
turcas que lo deseen podrán acudir a su lugar de trabajo llevando el
velo islámico. La medida ha aparecido publicada hoy en el equivalente
turco del Boletín Oficial del Estado y ha entrado en vigor
inmediatamente. Se aplicará a todas las mujeres que trabajan para el
Estado con la excepción de las jueces y fiscales y de las que
pertenezcan a cuerpos uniformados, como la policía y el Ejército. “Hemos abolido una norma arcaica que era contraria al espíritu de la
República. Es un paso hacia la normalización”, dijo hoy el primer
ministro, Recep Tayyip Erdogan, en un discurso en el Parlamento. “Las
mujeres que llevan el velo son miembros de pleno derecho de la República
tanto como las que no lo llevan”, añadió Erdogan, quien ha señalado que
en las próximas elecciones locales habrá también candidatas que lleven
el velo.
La nueva norma forma parte del llamado “paquete democratizador” que el primer ministro presentó la semana pasada. Esta medida elimina una prohibición que entró en vigor en 1925, dos años después de la fundación de la actual República Turca por Mustafá Kemal, Atatürk, para quien esta restricción formaba parte de los principios laicos del nuevo Estado turco. Pero sus críticos llevan años diciendo que es una medida discriminatoria que impide a ciertas mujeres acceder al empleo público.
La eliminación de la prohibición ha sido bien acogida por organizaciones como el sindicatos Egitim-Bir-Sen, del sector educativo, y Memur-Sen, de funcionarios. Pero también ha recibido críticas en este ámbito y, por ejemplo, el director del sindicato de jueces ha anunciado que recurrirá la nueva norma en los tribunales, según recogió hoy la prensa local. La introducción de esta medida ha sido interpretada de forma desigual por una sociedad turca cada vez más dividida en relación a las políticas del Gobierno de Erdogan.
Para la población más conservadora y religiosa que apoya al primer ministro, esta medida solo trata de restablecer la libertad de expresión religiosa en un país mayoritariamente musulmán. Mientras que para aquellos que lo critican, muchos de los cuales protagonizaron protestas multitudinarias durante junio y julio, se trata de un paso más en una supuesta agenda islamista de Erdogan, quien precisamente querría imponer a todo el país su particular versión religiosa y conservadora de la sociedad.
A pesar de esta división apuntada por diversos analistas, la Unión Europea ha recibido positivamente el “creciente consenso sobre este asunto en Turquía”. “Es importante que este consenso asegure la libertad de elección de las mujeres turcas, sean cuales sean sus creencias y opiniones, libres de cualquier tipo de presión, incluyendo la de sus pares”, asegura Peter Stano portavoz del comisario para la Ampliación de la UE, en declaraciones a la agencia de noticias Anadolu.
Publicado en el diario El País
Autor:José Miguel Calatayud
La nueva norma forma parte del llamado “paquete democratizador” que el primer ministro presentó la semana pasada. Esta medida elimina una prohibición que entró en vigor en 1925, dos años después de la fundación de la actual República Turca por Mustafá Kemal, Atatürk, para quien esta restricción formaba parte de los principios laicos del nuevo Estado turco. Pero sus críticos llevan años diciendo que es una medida discriminatoria que impide a ciertas mujeres acceder al empleo público.
La eliminación de la prohibición ha sido bien acogida por organizaciones como el sindicatos Egitim-Bir-Sen, del sector educativo, y Memur-Sen, de funcionarios. Pero también ha recibido críticas en este ámbito y, por ejemplo, el director del sindicato de jueces ha anunciado que recurrirá la nueva norma en los tribunales, según recogió hoy la prensa local. La introducción de esta medida ha sido interpretada de forma desigual por una sociedad turca cada vez más dividida en relación a las políticas del Gobierno de Erdogan.
Para la población más conservadora y religiosa que apoya al primer ministro, esta medida solo trata de restablecer la libertad de expresión religiosa en un país mayoritariamente musulmán. Mientras que para aquellos que lo critican, muchos de los cuales protagonizaron protestas multitudinarias durante junio y julio, se trata de un paso más en una supuesta agenda islamista de Erdogan, quien precisamente querría imponer a todo el país su particular versión religiosa y conservadora de la sociedad.
A pesar de esta división apuntada por diversos analistas, la Unión Europea ha recibido positivamente el “creciente consenso sobre este asunto en Turquía”. “Es importante que este consenso asegure la libertad de elección de las mujeres turcas, sean cuales sean sus creencias y opiniones, libres de cualquier tipo de presión, incluyendo la de sus pares”, asegura Peter Stano portavoz del comisario para la Ampliación de la UE, en declaraciones a la agencia de noticias Anadolu.
Publicado en el diario El País
Autor:José Miguel Calatayud
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