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lunes, 7 de octubre de 2013

El naufragio en Lampedusa puede haber causado hasta 363 muertos

La dimensión monstruosa del naufragio ocurrido en Lampedusa quedará en evidencia cuando se recuperen todos los cadáveres del fondo del mar. Ayer los submarinistas pudieron reanudar sus labores e izaron más de 70 cuerpos. Si fuera cierto que en el barco hundido el jueves pasado frente a la isla italiana viajaban 518 personas, el total de víctimas del desastre alcanzaría una cifra horripilante: 363. Pese a que el mar seguía agitado, los diversos equipos de buzos –militares y civiles– se sumergieron a los 50 metros de profundidad en que se hallan los restos del barco usado por los traficantes humanos, un viejo pesquero.

A esa cota, por razones de seguridad, los submarinistas sólo pueden trabajar unos 10 minutos, lo justo para atar algunos cuerpos, que luego sus compañeros, desde las embarcaciones, izarán. Los equipos se van relevando durante toda la jornada. Varios de estos buzos, entrevistados por la RAI, se veían muy afectados. Hablaban de cadáveres por todo el barco, gente muy joven. Ni siquiera pudieron inspeccionar todavía la bodega, donde se teme que esté el grueso de los desaparecidos. Allí los inmigrantes viajaban muy hacinados. Las víctimas verificadas hasta anoche alcanzaban las 185, pero pueden ser casi el doble.


La ministra de Integración, Cecile Kyenge, de origen congoleño, visitó ayer Lampedusa y se mostró indignada con las condiciones del centro de acogida de la isla, muy desbordado. Las consideró “vergonzosas”. Kyenge también estuvo en el muelle, cuando llegaban los cadáveres recuperados, en bolsas de plástico. “Cada vida humana que perdemos es una contribución que perdemos –dijo la ministra–. Lo que ha ocurrido no debe volver a suceder. Debemos abrir una reflexión para impedir nuevas tragedias”. “Hemos visto los féretros –añadió Kyenge–. No podemos aceptar una tragedia como esta. Pidamos la atención de Europa. Esta es la frontera de Europa”.

Bruselas no puede cerrar los ojos ante la tragedia. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, anunció que el miércoles estará en Lampedusa para conocer el problema de primera mano. Es probable que el flujo de refugiados y de inmigrantes sea tratado en el próximo Consejo Europeo, el 24 y 25 de octubre, en Bruselas. En Italia, mientras, continuó el debate sobre si debe cambiarse la ley de inmigración. La ministra Kyenge es partidaria de hacerlo. La Liga Norte insiste en lo contrario. El presidente de Piamonte, el liguista Roberto Cota, dijo que el error durante estos años ha sido no organizar patrullas navales en las costas de donde parten los “barcos de la muerte”, porque la solución, según él, no es relajar las leyes e invitar así aún más a que se emprendan estos viajes.

Después del rezo del ángelus, en la plaza de San Pedro, el Papa se refirió de nuevo al naufragio en Lampedusa. Animó a la multitud presente a guardar unos momentos de silencio y a orar por las víctimas. “Dejemos llorar a nuestro corazón”, dijo Francisco. Jorge Mario Bergoglio, que visitó la isla en julio pasado, envió esta vez al limosnero pontificio –un cargo muy antiguo en la curia–, el arzobispo polaco Konrad Krajewski, para expresar la solidaridad del Vaticano. Krajewski se trasladó al muelle y bendijo los cadáveres recién recuperados.

Publicado en el diario La Vanguardia
Autor: Eusebio Val
Foto: Antonio Parrinello (Reuters)




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