Una ristra de curas, algunos con sotana y alzacuellos, cerraron una tarde el club de carretera para ellos solos. Champán y copas con las prostitutas en una piscina. Llevaban fajos de billetes en los bolsillos. Acabaron con todas las botellas. Por allí también andaban un médico que todos los días venía con su maletín y pedía a las chicas que le pusiesen inyecciones, y otro al que le gustaba que lo paseasen con una cadena atada al cuello por el suelo enmoquetado. Éstas son las historias, seguramente inventadas, fantasías trasnochadas, que entre música atronadora, alcohol y mujeres medio desnudas se escuchan de madrugada en Los Molinos, uno de los burdeles de la conocida como Ruta del Amor, en Cuenca.
http://www.elpais.com/articulo/reportajes/3000/vecinos/400/prostitutas/elpepusocdmg/20091101elpdmgrep_8/Tes
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