Este relato no va a empezar con la niña Irene que se despierta en un
hospital, a principios de los 90, sin piernas. Tampoco comenzará con esa
Irene famosa por ser el recuerdo vivo de la barbarie, sino que va a
arrancar con Irene Villa, la medallista en esquí alpino adaptado. Y lo es por cabezonería. Un día, como favor y por poner rostro a una
promoción de este deporte para la Fundación También, que promueve el
desarrollo de deporte en personas discapacitadas física o psíquicamente,
lo probó. Su intención: "Recoger e irme a casa". Pero su ego se lo impidió. "Me caí tantas veces que dije: '¡No se me va a resistir!'". Logró superarse, una vez más, y ahora dedica el tiempo que le sobra de ser madre y esposa a competir.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/09/solidaridad/1373392781.html
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