El papa viajó ayer a la isla italiana de Lampedusa, lugar por el que
miles inmigrantes indocumentados tratan cada año de entrar en Europa, y
donde denunció la "globalización de la indiferencia" que hace que el
hombre no se sienta responsable de las muerte de los inmigrantes que
pierden la vida en la búsqueda de un futuro mejor. Francisco, en su
primer viaje como pontífice, lanzó una corona de flores al mar en
homenaje a los muertos, se reunió con inmigrantes alojados en la
Lampedusa, distante 113 kilómetros de las costas de África, e hizo un
llamamiento "para que se despierten nuestras conciencias y para que
tragedias como las ocurridas no se vuelvan a repetir".
El papa llegó a la isla poco después de que una barcaza con 166 inmigrantes indocumentados llegara al puerto. Denunció "la crueldad que hay en el mundo, en nosotros y en aquellos que en el anonimato toman decisiones socioeconómicas que abren el camino a dramas como estos" y también a los traficantes que se aprovechan de la pobreza de los inmigrantes. Aseguró que la muerte hace una semana de siete norteafricanos cuando trataban de llegar a las costas italianas se le "han clavado como una espina en el corazón".
Publicado en el diario Gara
El papa llegó a la isla poco después de que una barcaza con 166 inmigrantes indocumentados llegara al puerto. Denunció "la crueldad que hay en el mundo, en nosotros y en aquellos que en el anonimato toman decisiones socioeconómicas que abren el camino a dramas como estos" y también a los traficantes que se aprovechan de la pobreza de los inmigrantes. Aseguró que la muerte hace una semana de siete norteafricanos cuando trataban de llegar a las costas italianas se le "han clavado como una espina en el corazón".
Publicado en el diario Gara
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