Hacía poco más de un mes que había cumplido los 18 años. Binita Shresta vivía
junto a sus padres y tres hermanos en una remota aldea junto a la
cordillera que rodea el Everest, a casi dos horas de la capital nepalí, Katmandú.
Su familia, siguiendo una longeva y macabra tradición, había decidido
cederla en matrimonio a un hombre casi treinta años mayor que él.
Después de cinco años de cautiverio, un día se armó de valor y escapó de
aquel lugar que nunca había considerado su hogar. Atrás quedaban las
palizas y violaciones de un marido alcohólico que sólo la quería como
esclava y objeto sexual. Su odisea, lejos de terminar, sólo acababa de
empezar. Tras meses deambulando sin rumbo, encontró un paupérrimo empleo
en una cantina, a pocos kilómetros del paso hacia India. Fue allí donde
una noche el conductor de un camión se ofreció para llevarla hasta
Bombay, donde Binita pretendía comenzar una nueva vida. “Me dijo que me
ayudaría a encontrar un buen trabajo y ganar mucho dinero”, comenta
entre sollozos la joven, que tuvo la suerte de ser detenida en la
frontera por dos agentes de policía.
http://www.diariodeavisos.com/2013/06/sueno-binita/
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