Domingo 12:30 de la mañana. La Iglesia Cristiana China en España abre
las puertas a sus fieles, en el número 36 de la calle Gabriel Usera.
Pero el pastor que lee la palabra no es chino, sino canario. Su nombre
es Frank Estévez. Dirige el culto para la comunidad cristiana evangélica
hispana de Usera; el barrio madrileño donde se concentra gran número de
familias de emigrantes chinos. Mientras Frank ora acompañado de sus fieles, dentro de la
iglesia, su mujer Martina Cabrera Santa Cruz prepara la comida junto
otras voluntarias cristianas evangélicas. «Solemos reunirnos a comer
todos juntos, chinos y españoles», comenta mientras se ríe. Sobre el
mantel blanco, impoluto, que cubre la mesa se percibe el olor de
diversas comidas: macarrones, tortilla, embutido y una tarta paraguaya
que Martina ha preparado: «Es de mi tierra». Sin interrumpir su risa
confiesa que siempre que vienen los chinos «comen pizza».
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