La carrera ha empezado. Todos están preparados y listos en sus casillas de salida. Ataviados con sus mejores galas y luciendo impecables sonrisas, los políticos de todos los partidos y colores han iniciado ya esa tradicional carrera de fondo que culminará en las elecciones municipales del próximo año. El principal objetivo antes de las urnas es salir en el mayor número de fotos posible. Para ello, nada como las inauguraciones, eventos solidarios, romerías o partidos de fútbol. Todo vale con tal de aparecer en la instantánea y con eso salir en las páginas del periódico local, regional o nacional de turno. Los más avispados, esos que saben rodearse de buenos asesores y amigos de todo pelaje y condición, incluso alcanzarán el santo grial de la publicidad, como es la portada o el minuto de gloria en prime time. Lo de menos es el acto en sí, como tampoco importa que el festejo tenga algo que ver con la competencia profesional o laboral del personaje. Así, en las próximas semanas no será raro ver a responsables de cultura en aperturas de carreteras; o a ministros de Economía en conciertos de heavy metal; o a senadores de Ceuta en iglesias gallegas.
Todos ellos, en ocasiones, se enfrentan a un complejo problema, una cuestión de espacio que resulta nimia para la mayoría. No para ellos, incapaces de entender que a veces no hay sitio para tanta gente en una fotografía, especialmente si entre los invitados hay algún primer espada del partido o algún carguillo de alto copete. Entonces, los políticos de segunda, tercera y cuarta bastante tienen con acurrucarse junto a sus mayores en pos de un mínimo espacio, un ínfimo margen izquierdo o derecho que les permita identificarse luego en la instantánea. Con ello habrán conseguido no sólo hacerse notar, también situarse al lado de aquel al que quizá en un futuro tengan que recordarle que ellos estuvieron allí, por si eso ayuda para lograr un despachito y un sueldito apañado. Por haber, hay muchos personajes de este tipo que conservan en carpetas plastificadas sus mejores imágenes, que luego añaden al currículum para que este tenga algo de peso. Otros, en cambio, son más de irse de cacería o de safari con el líder del partido, del que no dudan incluso en copiar el vestuario para lograr con ello el mérito anhelado.
Los más atrevidos, y como tales merecen especial atención, son capaces de plagiar hasta la fisonomía del sujeto que se sitúa por encima en el escalafón, para que cuando aquel se jubile a la gente le sea más fácil identificarlo con uno, aunque este sea de Burgos y el otro de Las Palmas. Ya habrá tiempo de preparar discursos similares y entonar las mismas cantinelas, porque los borregos del populacho lo mismo votan a Juan que a Juanito con tal de hacer fuertes las siglas en las que un día creyeron. En la línea de meta, allá por el mes de mayo, habrá vencedores y vencidos, triunfadores y fracasados, y detrás de todos ellos un país que no les debe nada y que seguirá sufriendo alejado de los flashes de las cámaras.
Todos ellos, en ocasiones, se enfrentan a un complejo problema, una cuestión de espacio que resulta nimia para la mayoría. No para ellos, incapaces de entender que a veces no hay sitio para tanta gente en una fotografía, especialmente si entre los invitados hay algún primer espada del partido o algún carguillo de alto copete. Entonces, los políticos de segunda, tercera y cuarta bastante tienen con acurrucarse junto a sus mayores en pos de un mínimo espacio, un ínfimo margen izquierdo o derecho que les permita identificarse luego en la instantánea. Con ello habrán conseguido no sólo hacerse notar, también situarse al lado de aquel al que quizá en un futuro tengan que recordarle que ellos estuvieron allí, por si eso ayuda para lograr un despachito y un sueldito apañado. Por haber, hay muchos personajes de este tipo que conservan en carpetas plastificadas sus mejores imágenes, que luego añaden al currículum para que este tenga algo de peso. Otros, en cambio, son más de irse de cacería o de safari con el líder del partido, del que no dudan incluso en copiar el vestuario para lograr con ello el mérito anhelado.
Los más atrevidos, y como tales merecen especial atención, son capaces de plagiar hasta la fisonomía del sujeto que se sitúa por encima en el escalafón, para que cuando aquel se jubile a la gente le sea más fácil identificarlo con uno, aunque este sea de Burgos y el otro de Las Palmas. Ya habrá tiempo de preparar discursos similares y entonar las mismas cantinelas, porque los borregos del populacho lo mismo votan a Juan que a Juanito con tal de hacer fuertes las siglas en las que un día creyeron. En la línea de meta, allá por el mes de mayo, habrá vencedores y vencidos, triunfadores y fracasados, y detrás de todos ellos un país que no les debe nada y que seguirá sufriendo alejado de los flashes de las cámaras.
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