Estadísticas

Buscar este blog

miércoles, 13 de mayo de 2009

Una tribu no tan primitiva

Ni las cabañas son sus casas, ni usan collares de colores, ni visten con taparrabos. "El programa de Cuatro Perdidos en la tribu es un teatro denigrante para una de las etnias más antiguas del planeta". Las organizaciones que trabajan en Namibia califican así a un reality show al que acusan, además, de explotar a los bosquimanos (o san) que participan y de engañar a los espectadores. Los antropólogos también afirman que se da informacion falsa sobre las costumbres de los himba, la otra tribu africana del programa.

Perdidos en la Tribu, el mayor éxito de la temporada (2,4 millones de espectadores el pasado domingo) en esta cadena se vende como un docu-reality en el que tres familias españolas abandonan su vida civilizada para "convivir con tres tribus primitivas", enfrentándose a "peligrosos animales, a sangrientos ritos ancestrales y a la climatología más hostil de la selva o el desierto". Pero la realidad es bien distinta. La realidad es que los bosquimanos, incluidos los niños, fueron sacados de sus casas en Donkerbos-Sonneblom, un territorio en el interior del desierto del Kalahari, para instalarse en unas cabañas que no eran las suyas, lejos de sus tierras de cultivo y los colegios de los pequeños durante un mes.

Y les pagaron 175 euros a los adultos y 67 a los niños. Así lo denuncia Silvia Sala, una española cooperante de la Fundación CEAR que ha visto cómo su trabajo de ayuda al desarrollo de tres años peligraba con la llegada del llamado docu-reality. Esta ONG lleva tres años trabajando con los san, apoyando los reasentamientos en nuevas tierras propiciado por el Gobierno de Namibia, ayudando a un pueblo que ha sido nómada, y vivía de la caza y la recolección, en su formación agrícola y fortaleciendo las capacidades individuales y sociales de las familias para que salgan adelante y abandonen el alcohol en el que han caído por el cambio brusco en su forma de vida. Este proyecto está financiado prácticamente por la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) con 1,3 millones de euros. Pero llegó la productora Eyework y Cuatro Cabezas y, según asegura Silvia Sala, responsable en Namibia de la Fundación, su proyecto se ha visto gravemente afectado. "Se llevaron a varias familias, a las que han pagado una miseria, durante casi un mes a unas localizaciones donde nunca han vivido. Y las familias se fueron, justo en pleno periodo de cultivo, dejando sus campos desiertos. Y también los niños abandonaron la escuela", explica Sala desde Namibia.

Un efecto secundario ha sido que el dinero que la productora dio a los líderes comunitarios se lo gastaron en el consumo de alcohol, con el que no tienen contacto directo en las alejadas zonas donde realmente viven. La Fundación CEAR, que lleva años intentando sensibilizar a los españoles de la riqueza y diversidad cultura de los pueblos indígenas, considera que "el enfoque del programa, además de poner en rídículo a los protagonistas, descontextualzia la situación de estas comunidades, utilizando estereotipos y trivializando su forma de vida". El antropólogo Francisco Giner Abati, experto en pueblos indígenas, también ha detectado información falsa sobre los himba. "Dicen que los maridos prohíben bañarse a las mujeres y no es verdad. Este programa es un insulto a la audiciencia y un abuso de estos pueblos que aparecen falseados", denuncia el catedrático de la Universidad de Salamanca.

Giner Abati, que ha convivido mucho tiempo con esta étnia, recuerda que "una cosa es un documental y otra un show en el que se explotan situaciones humanas como espectáculo". Desde Survival, Miguel Ángel del Ser recuerda que "no se puede tolerar que se trate a los pueblos indígenas como salvajes" y avanza que en su ONG, dedicada a la defensa de los pueblos indígenas, entre los que ocupan un lugar destacado los san, han recibido ya numerosas críticas contra Perdidos en la tribu. Fuentes de Cuatro, por su parte, explican que la productora buscó un país con tribus en unas condiciones determinadas, pidió permiso a las autoridades y luego, los indígenas accedieron voluntariamente a participar. "Se trata de poner de manifiesto la forma de vida de los menos desarrollados y ver la capacidad de unos occidentales de vivir en esas condiciones", indican.

"Desconozco si alguna de las personas que aparecen no viven con la tribu, sino que son bosquibanos que viven habitualmente como aparecen y se les trata con total respeto", añaden estas fuentes. Hay que recordar que se calcula que existen menos de 100.000 bosquimanos entre Namibia y Botswana, casi todos en el segundo país. Desde que les despojaron de sus tierras, la inmensa mayoría vive como pastores de ganado y jornaleros y muchos están reasentados en territorios del Gobierno. Quedan muy pocos cazadores-recolectores que viven nomadeando y en cabañas.

Publicado en el diario El Mundo
Autor: Rosa M. Tristán
Foto: Fundación CEAR

No hay comentarios: