Estadísticas

Buscar este blog

martes, 17 de marzo de 2015

Inauguraciones y promesas



A poco más de dos meses de que se celebren las elecciones municipales -y algunas autonómicas-, anticipo de lo que serán los comicios generales del mes de noviembre, los partidos y sus distintos candidatos se afanan fundamentalmente en dos cuestiones: las inauguraciones y las promesas. Las primeras son ya habituales en los años electorales, porque no hay político que se preste que no quiera salir en una fotografía o tener sus minutos de gloria televisivos a costa de un edificio que llevaba décadas parado y que, milagrosamente, revive cual ave Fénix justo a solo unos meses de que los ciudadanos depositen sus votos en las urnas. Como dato, los propios presupuestos del Estado y de los ayuntamientos de todo el país, que en 2014 incrementaron prácticamente un 40% las licitaciones de obra pública. 

De las inauguraciones y los estrenos, mis preferidos son los hospitales, aunque sean con camas prestadas y sin electricidad, como ocurrió recientemente en un centro sanitario abierto en la Comunidad Valenciana. En esto, el Gobierno de Canarias es todo un especialista, porque en las últimas cuatro elecciones han estado presentes, o más bien ausentes, los hospitales del norte y el sur de Tenerife. Este año parece que será ya el definitivo, porque los edificios al menos están levantados, lo que permite fotos de todo tipo y a color, aunque luego los enfermos mejor que vayan a otro sitio a curarse, porque en esos supuestos hospitales no hay ni para que te hagan una radiografía.

En cuanto a las promesas, las hay también para todos los gustos, desde una ciudad del placer a un parque temático sobre elfos. Hay quien incluso ha prometido que si resulta elegido hará todo lo posible para que el dominó se convierta en deporte olímpico, algo que imagino le permitirá captar muchos votos entre el colectivo de jubilados aficionados a esta disciplina. Y es que prometer es tan fácil como inaugurar, porque basta con lanzar un discurso en tono grandilocuente, a ser posible con muchos medios de comunicación delante. Lo complicado llega luego, cuando hay que pasar de las promesas a los hechos y poner en marcha esos proyectos que pacían olvidados en un cajón. Hoy en día, sin embargo, cada vez son menos los ciudadanos que se creen a pies juntillas lo que dicen esos rapsodas de tres al cuarto, que se mueven por encima del bien y del mal y no acostumbran a bajar a la tierra. 

Por eso, no es de extrañar que cerca de un 30% de la población lleve años sin pronunciarse (la participación a duras penas llega al 70% y la abstención supera el 25%), porque no encuentra a nadie que le represente dignamente; porque no conoce políticos honrados que trabajen honradamente para el pueblo que los escogió; porque cada vez son más los adláteres del poder que se lucran a manos llenas a costa del sufrimiento de una mayoría que solo sueña con llegar a fin de mes; porque las promesas, como las inauguraciones, se las llevará el viento y sólo regresarán cuando dentro de cuatro años haya que pasar de nuevo por las urnas, para lograr que ese nutrido grupo de tontos vuelva a confiar en esa oscura minoría de listos.

No hay comentarios: