Una y otra vez me lo repito: esto nos podría pasar a cualquiera de
nosotros. Los sirios que hoy en día están en campos de refugiados no
tenían una vida muy distinta a la que tenemos muchos de nosotros:
llevaban por la mañana a sus hijos al colegio en coche, tenían sus
trabajos, sus aficiones, los niños tenían sus mascotas. Hoy no tienen nada. La guerra ha arrasado su vida. Hace unos días en Za'atari, el campo de refugiados que acoge a más de 120.000 sirios en Jordania, conocí a dos mujeres. Estábamos en la carpa donde los recién llegados se inscriben como refugiados.
Una de ellas tiene 28 años, estaba con su cuñada. Con ellos también
habían llegado su hermano y los hijos de una de ellas. Comenzamos a
hablar. Eran de Deraa, un pueblo del sur de Siria. Dista tres horas de
Jordania en coche pero ellos tardaron diez días en llegar caminando, muchas veces de noche. Estuvieron en la frontera tres días sin dormir y sin un techo bajo el cual cobijarse.
http://www.elmundo.es/solidaridad/2014/05/30/5385a841268e3e3a098b4571.html
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