Cuando tenía 14 años, Lay Sokhum pisó una mina terrestre mientras
trabajaba en el sembrado de su padre cerca de Pailin, un modesto pueblo
de la Camboya occidental. "Después de la explosión vi humo", explica. "Estaba en el suelo y no sabía lo que había ocurrido. Sólo cuando
intenté moverme me di cuenta de que sangraba mucho", asegura. Su
dramática historia se repite con demasiada frecuencia desde hace dos
décadas en un país desgarrado donde todavía hay entre cuatro y seis
millones de estos artefactos sin desactivar.
A Lay, la cirugía le salvó milagrosamente la vida, pero no evitó la amputación de sus dos piernas. Tras la operación, el joven quedó tan conmocionado y deprimido que abandonó la escuela e intentó suicidarse; tras meses de rehabilitación y después de que le colocaran una prótesis, ahora puede caminar de un sitio a otro sin ayuda, e incluso ha vuelto al colegio en una bicicleta que le regalaron miembros de Unicef. Precisamente, Naciones Unidas fue de los pocos organismos de ayuda humanitaria que lograron entrar en Camboya en la década de los 80, cuando el país aún estaba cerrado a Occidente. La política del gobierno estaba bajo el control de los vietnamitas, lo que a su vez provocó el embargo norteamericano. Por si fuera poco, Vietnam invadió en 1984 todos los campos rebeldes que había en el estado y obligó a los jemeres rojos y a sus aliados a refugiarse en Tailandia; éstos se convirtieron en una guerrilla que realizaba incursiones con el objetivo de ‘minar’ la moral de sus adversarios.
http://www.diariodeavisos.com/suenos-minados/
A Lay, la cirugía le salvó milagrosamente la vida, pero no evitó la amputación de sus dos piernas. Tras la operación, el joven quedó tan conmocionado y deprimido que abandonó la escuela e intentó suicidarse; tras meses de rehabilitación y después de que le colocaran una prótesis, ahora puede caminar de un sitio a otro sin ayuda, e incluso ha vuelto al colegio en una bicicleta que le regalaron miembros de Unicef. Precisamente, Naciones Unidas fue de los pocos organismos de ayuda humanitaria que lograron entrar en Camboya en la década de los 80, cuando el país aún estaba cerrado a Occidente. La política del gobierno estaba bajo el control de los vietnamitas, lo que a su vez provocó el embargo norteamericano. Por si fuera poco, Vietnam invadió en 1984 todos los campos rebeldes que había en el estado y obligó a los jemeres rojos y a sus aliados a refugiarse en Tailandia; éstos se convirtieron en una guerrilla que realizaba incursiones con el objetivo de ‘minar’ la moral de sus adversarios.
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