“Llevaba pocos días trabajando en el economato y él me pidió una
cosa. Me preguntó que como llegaba a la parte de arriba, y le dije que
me subía a una silla. Me dijo: ‘Claro, como tienes tantas tetas te
quedaste bajita’. Otro día me pidió entrar a lavarse las manos, me
arrinconó contra el frigorífico, comenzó a tocarme los senos, me metió
las manos en la vagina y me dijo que no gritara…”. Es uno de los testimonios contra el funcionario de prisiones Miguel
Ángel P. F., para quien la Fiscalía de Madrid solicita este lunes, en la
Audiencia Provincial, 42 años de prisión por agredir sexualmente a tres
internas al menos durante los años 2007 y 2009.
El acusado cree que es una venganza porque les incautó varios móviles a las presas. Al funcionario se le acusa de varios delitos continuados de abuso de su función y de cuatro delitos de agresión sexual, y de haberse valido de su condición para abusar de las mujeres. La primera declarante ha explicado cómo el acusado le aseguró que podía conseguir un permiso para mi hermano: “Me dijo: ‘Vete para el segundo piso, que te tengo que follar’”. Además, ha asegurado, entre sollozos, que la obligó a hacerle una felación, y cómo le afectó el acoso: “Me encerraba, me daba miedo todo, no podía ir a ningún sitio sin compañía”.
Según las chicas, “todo el mundo lo sabía en la prisión, todo el mundo estaba al tanto pero había mucho miedo a denunciar”. El hombre lo ha negado todo ante el juez. Ha negado haberle pedido “una mamadita, porque las latinas sois muy calientes” a una de las denunciantes, y ha justificado las denuncias en que les incautó a varias de las víctimas teléfonos móviles. También ha negado que hubiera ningún episodio de acoso sexal en el taller de costura, ni en el taller del economato, y de paso ha asegurado que una trabajadora denunció internamente por acoso laboral a la subdirectora.
“Cuando yo llegaba al taller, entraba y me lo encontraba con los pantalones bajados, haciéndose una paja”, ha explicado otra reclusa, encargada de limpiar el antedicho taller. “En otra ocasión, me dijo que si estuviera con él para siempre, dejaría a su mujer… Me esperaba, me trataba como a su sirvienta, me mandaba hacer traslados de prisiones… Otra vez, en la biblioteca, cuando dejé el otro trabajo por él [a causa del acoso], me tiró contra la pared y me dijo que por qué no me arrodillaba y le hacía lo que él quería”. Miguel Ángel P.F. sostiene que se trata de una venganza por haber incautado teléfonos móviles a las reclusas, y ha esbozado en los pasillos una trama relacionada con el narcotráfico, con el que estarían vinculadas varias presas. Como consecuencia de los abusos, las chicas sufren trastorno por estrés postraumático con bajo estado de ánimo, insomnio, ansiedad, labilidad emocional, entre otras patologías psicológicas.
Publicado en el diario El Mundo
El acusado cree que es una venganza porque les incautó varios móviles a las presas. Al funcionario se le acusa de varios delitos continuados de abuso de su función y de cuatro delitos de agresión sexual, y de haberse valido de su condición para abusar de las mujeres. La primera declarante ha explicado cómo el acusado le aseguró que podía conseguir un permiso para mi hermano: “Me dijo: ‘Vete para el segundo piso, que te tengo que follar’”. Además, ha asegurado, entre sollozos, que la obligó a hacerle una felación, y cómo le afectó el acoso: “Me encerraba, me daba miedo todo, no podía ir a ningún sitio sin compañía”.
Según las chicas, “todo el mundo lo sabía en la prisión, todo el mundo estaba al tanto pero había mucho miedo a denunciar”. El hombre lo ha negado todo ante el juez. Ha negado haberle pedido “una mamadita, porque las latinas sois muy calientes” a una de las denunciantes, y ha justificado las denuncias en que les incautó a varias de las víctimas teléfonos móviles. También ha negado que hubiera ningún episodio de acoso sexal en el taller de costura, ni en el taller del economato, y de paso ha asegurado que una trabajadora denunció internamente por acoso laboral a la subdirectora.
“Cuando yo llegaba al taller, entraba y me lo encontraba con los pantalones bajados, haciéndose una paja”, ha explicado otra reclusa, encargada de limpiar el antedicho taller. “En otra ocasión, me dijo que si estuviera con él para siempre, dejaría a su mujer… Me esperaba, me trataba como a su sirvienta, me mandaba hacer traslados de prisiones… Otra vez, en la biblioteca, cuando dejé el otro trabajo por él [a causa del acoso], me tiró contra la pared y me dijo que por qué no me arrodillaba y le hacía lo que él quería”. Miguel Ángel P.F. sostiene que se trata de una venganza por haber incautado teléfonos móviles a las reclusas, y ha esbozado en los pasillos una trama relacionada con el narcotráfico, con el que estarían vinculadas varias presas. Como consecuencia de los abusos, las chicas sufren trastorno por estrés postraumático con bajo estado de ánimo, insomnio, ansiedad, labilidad emocional, entre otras patologías psicológicas.
Publicado en el diario El Mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario