Llegó hace cuatro meses a Madrid desde Bangladesh para cumplir lo que él llama su "pequeño sueño": estudiar un máster en contabilidad en la universidad. Alamgir Hossain,
de 25 años, ha venido solo a España, huyendo de los problemas políticos
y la pobreza que asfixian a los ciudadanos bengalíes. Es un joven con
estudios básicos y quiere mejorar su formación, pero al llegar a la
región se ha topado con dos problemas que le impiden trabajar en
cualquier empresa: "Soy ilegal y no sé español".
Se desenvuelve bien en inglés, pero allí donde ha solicitado trabajo le exigen los papeles y el castellano.
Estos factores le han llevado a ganarse su jornal pidiendo la voluntad
en un punto de lavado manual de coches de una gasolinera de Leganés. Eso
durante el día; por la noche vende rosas y otros artículos en las
terrazas y bares de este municipio.
Solo
se sirve de una esponja para convencer a los usuarios. Pocos acceden a
que les ayuden. El "no, gracias" es la frase que más escucha a lo largo
del día. Lo que gana le da para compartir un piso con otros tres
paquistaníes en la localidad 'pepinera'. Apenas le llega para ahorrar y
alcanzar su sueño, por ahora convertido en pesadilla. En
medio de la conversación, Alamgir se echa a llorar. Después de retomar
el aliento se lamenta: "Los españoles son muy buenos. Una gente amable,
pero aquí —refiriéndose al punto de lavado— no me dan nada. Hay días que saco 50 céntimos". Alamgir sabe ahora cuál es su prioridad:
aprender español para luego ir a la universidad. No sabe cuánto tiempo
le llevará y, por ahora, no piensa regresar a su ciudad natal. Lo tiene
claro: "Solo quiero un trabajo normal y continuar en este país que tanto
me gusta".
Publicado en el diario ABC
Texto y foto: Tatiana G. Rivas
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