El cierre por parte de los gobiernos de Hamás y Egipto de centenares de túneles que conectan Gaza con el Sinaí tras el atentado del pasado domingo pone en aprietos el abastecimiento de productos al 1,7 millones de palestinos que viven en la Franja. Egipto decidió esta semana cerrar de forma indefinida el paso fronterizo de Rafah, que le une con Gaza, y destruir los túneles que conectan ambos territorios tras el ataque de supuestos yihadistas que causaron la muerte de 16 policías y soldados egipcios antes de penetrar en suelo israelí.
Israel acusa al movimiento islamista que gobierna en Gaza de emplear esos subterráneos para introducir armas en la Franja, o ser la vía de acceso de milicianos de toda índole con el objetivo de atacar blancos israelíes. Residentes de la ciudad fronteriza de Rafah, en el sur de la Franja palestina, aseguran que fuerzas de seguridad egipcias han destruido en los últimos días numerosos de los 400 túneles, aunque no pudieron precisar cuántos. Las autoridades de Hamás, encargadas de otorgar unas licencias previo pago para operar los subterráneos, rehúsan dar cifras al respecto.
Abu Shadi Harb, de 40 años y residente del barrio Al Salam de Rafah, es propietario de uno de los túneles, que excavó meses atrás. "El contrabando de productos, alimentos y otras mercancías, ha cesado completamente después de la muerte de varios soldados egipcios. La clausura de los subterráneos fue a solicitud de las autoridades de Hamás", explica antes de calificar los túneles de "arterias vitales para la población de Gaza". Harb dice que la zona se asemeja a "un cementerio donde sólo se ven fantasmas" y vaticina que "si la situación continúa, nos dirigimos hacia una verdadera crisis humanitaria". El taxista Rami al Jaldi, de 30 años, oriundo del campo de refugiados de Yabalia, en el norte de Gaza, va más allá.
"La clausura de los túneles y los cruces fronterizos nos están asfixiando. Los comerciantes subieron los precios de los productos nada más escuchar que cierran los túneles, a fin de aumentar sus beneficios a expensas del sufrimiento de la gente", lamenta. Dos días después del atentado, Israel reabrió el paso comercial de Kerem Shalom, también blanco del ataque del supuesto comando yihadista, y autorizó la entrada a Gaza de más productos de los permitidos y gas de cocina. Pero para Nidal al Waheidi, de 28 años y residente en la ciudad de Gaza, no es suficiente: "Los túneles abastecen la franja de todo lo necesario para comer, combustible y otras mercancías, además de ayudar a tantas familias divididas a reencontrarse con sus seres queridos".
Advierte de que "su cierre completo sin otra alternativa será desastroso y dejará a 4.000 peones sin empleo" en pleno mes del Ramadán, que concluye la próxima semana con una de las dos principales fiestas musulmanas, Aid al Fitr. En el plano político, el diputado de Hamas Mushir al Masri advirtió de que "el cierre permanente de los cruces y túneles llevará a una crisis humanitaria, social y económica". Mohamed Lada trabaja en una gasolinera, en Gaza capital, y apunta que "la gente ha almacenado cantidades de combustible suficientes para unos días, pero si las autoridades mantienen los túneles cerrados se agotarán y la situación empeorará".
Tras la toma de Gaza por Hamas, Israel endureció su bloqueo a la franja, situación que llevó a que el comercio con Egipto se hiciera de contrabando a través de los túneles. Israel alivió en buena medida esas restricciones en 2010, tras las repercusiones internacionales del asalto militar a una flotilla cargada con ayuda humanitaria para Gaza. El anterior régimen de Hosni Mubarak cooperaba con el Estado judío en el bloqueo en un intento de aislar a Hamás, aunque hacía la vista gorda con los túneles. El movimiento islamista y en buena medida la población de Gaza se habían hecho ilusiones de que el triunfo en Egipto de los Hermanos Musulmanes -matriz de Hamás- acabaría con los problemas que soporta la Franja. Pero con los túneles sellados, esas esperanzas se están diluyendo.
Fuente: Saub Abú Ramadán (Efe)
Foto: Reuters
Israel acusa al movimiento islamista que gobierna en Gaza de emplear esos subterráneos para introducir armas en la Franja, o ser la vía de acceso de milicianos de toda índole con el objetivo de atacar blancos israelíes. Residentes de la ciudad fronteriza de Rafah, en el sur de la Franja palestina, aseguran que fuerzas de seguridad egipcias han destruido en los últimos días numerosos de los 400 túneles, aunque no pudieron precisar cuántos. Las autoridades de Hamás, encargadas de otorgar unas licencias previo pago para operar los subterráneos, rehúsan dar cifras al respecto.
Abu Shadi Harb, de 40 años y residente del barrio Al Salam de Rafah, es propietario de uno de los túneles, que excavó meses atrás. "El contrabando de productos, alimentos y otras mercancías, ha cesado completamente después de la muerte de varios soldados egipcios. La clausura de los subterráneos fue a solicitud de las autoridades de Hamás", explica antes de calificar los túneles de "arterias vitales para la población de Gaza". Harb dice que la zona se asemeja a "un cementerio donde sólo se ven fantasmas" y vaticina que "si la situación continúa, nos dirigimos hacia una verdadera crisis humanitaria". El taxista Rami al Jaldi, de 30 años, oriundo del campo de refugiados de Yabalia, en el norte de Gaza, va más allá.
"La clausura de los túneles y los cruces fronterizos nos están asfixiando. Los comerciantes subieron los precios de los productos nada más escuchar que cierran los túneles, a fin de aumentar sus beneficios a expensas del sufrimiento de la gente", lamenta. Dos días después del atentado, Israel reabrió el paso comercial de Kerem Shalom, también blanco del ataque del supuesto comando yihadista, y autorizó la entrada a Gaza de más productos de los permitidos y gas de cocina. Pero para Nidal al Waheidi, de 28 años y residente en la ciudad de Gaza, no es suficiente: "Los túneles abastecen la franja de todo lo necesario para comer, combustible y otras mercancías, además de ayudar a tantas familias divididas a reencontrarse con sus seres queridos".
Advierte de que "su cierre completo sin otra alternativa será desastroso y dejará a 4.000 peones sin empleo" en pleno mes del Ramadán, que concluye la próxima semana con una de las dos principales fiestas musulmanas, Aid al Fitr. En el plano político, el diputado de Hamas Mushir al Masri advirtió de que "el cierre permanente de los cruces y túneles llevará a una crisis humanitaria, social y económica". Mohamed Lada trabaja en una gasolinera, en Gaza capital, y apunta que "la gente ha almacenado cantidades de combustible suficientes para unos días, pero si las autoridades mantienen los túneles cerrados se agotarán y la situación empeorará".
Tras la toma de Gaza por Hamas, Israel endureció su bloqueo a la franja, situación que llevó a que el comercio con Egipto se hiciera de contrabando a través de los túneles. Israel alivió en buena medida esas restricciones en 2010, tras las repercusiones internacionales del asalto militar a una flotilla cargada con ayuda humanitaria para Gaza. El anterior régimen de Hosni Mubarak cooperaba con el Estado judío en el bloqueo en un intento de aislar a Hamás, aunque hacía la vista gorda con los túneles. El movimiento islamista y en buena medida la población de Gaza se habían hecho ilusiones de que el triunfo en Egipto de los Hermanos Musulmanes -matriz de Hamás- acabaría con los problemas que soporta la Franja. Pero con los túneles sellados, esas esperanzas se están diluyendo.
Fuente: Saub Abú Ramadán (Efe)
Foto: Reuters
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