En unos simples dieciseisavos de
final de judo, el deporte olímpico
esperaba historia. Por vez primera,
una mujer competiría en unos Juegos
Olímpicos bajo la bandera de
Arabia Saudí. La judoca Widjan
Shahrkhani era la elegida. Enfrente,
el próximo viernes 3, en el ExCel
Arena de Londres, debía tener a la
veterana puertorriqueña Melissa
Mojica en su categoría, más 78 kilogramos.
Pero el memorable evento se podría
truncar. Tras el sorteo del cuadro
ayer, el presidente de la Federación
Internacional de Judo (IJF), el
rumano Marius Vizer anunció que
la saudí, de 16 años, con sólo dos
de experiencia deportiva, no podrá
competir de ninguna de las maneras
con su habitual hijab, el pañuelo
que cubre la totalidad de su cabello.
"La deportista de Arabia Saudí competirá con el espíritu del judo y con sus principios, por lo que no podrá llevar hijab", aseveró el dirigente que, a la vez, explicó que las judocas se suelen ayudar de la vestimenta rival, siempre un kimono de algodón grueso, y que si un contrincante le tira de su pañuelo podría provocarle importantes lesiones en cabeza y cuello. Según él, sería imprudente. Tras ese anuncio, el gran interrogante es si el Comité Olímpico de Arabia Saudí la dejará competir. Parece imposible.
El ente cedió a las presiones internacionales y por primera vez envió, al igual que Qatar o Brunei, mujeres a competir a Londres. Pero con condiciones. Según el propio rey Abdalá bin Abdelaziz, Shahrkhani y la atleta de 800 metros Sarah Attar, formada en la estadounidense Universidad de Pepperdine, podrían ser olímpicas pero siempre bajo la sharia, la ley islámica. AShahrkhani y a Attar les requerían "vestir conmodestia, ir acompañadas siempre por un tutor varón y no mezclarse con los hombres", además, y ahí está el conflicto, el gobernante del país árabe exigía "que la ropa de competición cumpla las normas del Corán".
La judoca llegó anteayer a Londres acompañada de su esposo y ahora sólo puede esperar que el Comité Olímpico Internacional (CIO) medie entre la federación internacional de su deporte y el organismo de su país para poder competir. El CIO ya intercedió por ella enviándole una invitación sin ni siquiera haber disputado competición alguna. En Arabia Saudí sería ilegal. Tamaño conflicto, entre la rigidez de unos y otros, parece insalvable.
Publicado en el diario El Mundo
Autor:Javier Sánchez
"La deportista de Arabia Saudí competirá con el espíritu del judo y con sus principios, por lo que no podrá llevar hijab", aseveró el dirigente que, a la vez, explicó que las judocas se suelen ayudar de la vestimenta rival, siempre un kimono de algodón grueso, y que si un contrincante le tira de su pañuelo podría provocarle importantes lesiones en cabeza y cuello. Según él, sería imprudente. Tras ese anuncio, el gran interrogante es si el Comité Olímpico de Arabia Saudí la dejará competir. Parece imposible.
El ente cedió a las presiones internacionales y por primera vez envió, al igual que Qatar o Brunei, mujeres a competir a Londres. Pero con condiciones. Según el propio rey Abdalá bin Abdelaziz, Shahrkhani y la atleta de 800 metros Sarah Attar, formada en la estadounidense Universidad de Pepperdine, podrían ser olímpicas pero siempre bajo la sharia, la ley islámica. AShahrkhani y a Attar les requerían "vestir conmodestia, ir acompañadas siempre por un tutor varón y no mezclarse con los hombres", además, y ahí está el conflicto, el gobernante del país árabe exigía "que la ropa de competición cumpla las normas del Corán".
La judoca llegó anteayer a Londres acompañada de su esposo y ahora sólo puede esperar que el Comité Olímpico Internacional (CIO) medie entre la federación internacional de su deporte y el organismo de su país para poder competir. El CIO ya intercedió por ella enviándole una invitación sin ni siquiera haber disputado competición alguna. En Arabia Saudí sería ilegal. Tamaño conflicto, entre la rigidez de unos y otros, parece insalvable.
Publicado en el diario El Mundo
Autor:Javier Sánchez
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