Thomas Hagan, el hombre que se confesó culpable del asesinato de Malcolm X, ha recuperado la libertad al cabo de 44 años. Hagan salió por última vez y por su propio pie de la prisión de Lincoln, situada precisamente en el bulevar Malcolm X de Harlem, no muy lejos de donde murió abatido el líder negro en 1965 ante los ojos de su mujer, sus hijos y cientos de seguidores.
Hagan, 69 años, tenía 22 cuando acudió armado al auditorio Audubon. Después de disparar contra Malcolm X intentó escapar, pero la multitud se lo impidió y fue detenido a la salida del recinto, malherido en una pierna. Conocido entonces con el sobrenombre de Talmadge X Hayer, Hagan justificó el atentado como respuesta “a la decisión de Malcolm X de abandonar la Nación del Islam”, y por “la confusión generada en el liderazgo afroamericano”. Con el tiempo admitió que “la historia ha acabado demostrando que lo que decía Malcom X era verdad”.
“Me arrepiento de haber participado en algo que nunca debió ocurrir”, admitió Hagan el pasado mes de marzo, ante el panel que decretó su puesta en libertad. Desde 1992 estaba en el programa de arresto domiciliario que le permitía pernoctar cinco veces a la semana en su casa de Brooklyn y regresar tan sólo dos días a la prisión. Hagan asegura ser “un hombre nuevo y profundamente arrepentido”. Se ha comprometido a dedicar el resto de su vida a su familia y ejercer como “consejero contra el abuso de drogas” para “dejar una huella en la vida”.
Su puesta en libertad ha sido acogida con discreción y silencio en la comunidad negra. La única voz discrepante ha sido la de Zead Ramadan, al frente del Centro de Educación Malcolm X y Betty Shabazz: “Personalmente encuentro extraño que una persona acusada de asesinar a un líder icónico pueda salir así de la cárcel. Me pregunto si estaría también en libertad si el líder asesinado hubiera sido blanco”.
Publicado en el diario El Mundo
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