Su voz es la de la experiencia y su lucha, la libertad sexual. Manuel Antonio Velandia es un activista gay que llegó a España el 17 de enero de 2007 huyendo de su país, Colombia, donde fue amenazado de muerte y sufrió un atentado en su casa por su condición sexual y por dedicarse a luchar por los derechos y las libertades de las lesbianas, gay y transexuales. Ahora vive en Alicante, donde ayer celebró que el Ministerio del Interior le concediera el pasado jueves 8 de abril “la condición y derecho al asilo” por su orientación sexual. Hay otros colombianos que también lo obtuvieron, pero por razones políticas. “Siento una gran libertad y tranquilidad, es un cambio sustancial, ahora podré viajar y no sentirme perseguido”, admitió eufórico.
Manuel Velandia, de 55 años, profesor universitario de sociología y docencia, es un activista gay considerado en Colombia por la guerrilla y algunos sectores de la derecha como un personaje “peligroso”. Su delito, según estos grupos, fue luchar por los derechos de las minorías sexuales, conseguir que la homosexualidad no estuviera penalizada en el estatuto docente, y a través de programas de televisión, radio y prensa, entre los años 1998 y 2005, emprender una ardua tarea de “visibilidad y lucha” del colectivo. “Mi problema es que tenía voz y argumentos para denunciar cómo la Iglesia católica, los grupos de derechas y los paramilitares convirtieron la homofobia en su bandera para estigmatizar, excluir y separar a los gay”, recordaba. Trabajó para el Fondo Mundial contra el Sida, la tuberculosis y la malaria, denunció la explotación sexual de niños y adolescentes por parte de los paramilitares de la guerrilla y llegó a la conclusión de que “la homosexualidad está en medio del conflicto armado, porque había chantaje sexual”.
A partir de ahí empezó su particular calvario. Recibía en su casa coronas de flores de difuntos con amenazas de muerte. “Pero yo cogía las flores y hacía unos ramos preciosos, y los dejaba en la puerta”, recordó ayer. El panorama se complicó cuando estaba un día en su casa tranquilamente viendo la televisión, y oyó una explosión. “Pensé que era un atentado en la estación de autobuses”. Pero cuando llegó la policía certificaron que el objetivo de la granada era su casa. “El daño emocional fue terrible, yo quería seguir allí porque es como mejor podía luchar”. Y la gota que colmó el vaso fue cuando estas amenazas de muerte se extendieron a su familia; entonces decidió dejar su país. “Los amigos me decían que no podía seguir allí, arriesgaba a toda mi familia”, relató Velandia, que llegó a España en enero de 2007, con ayuda de la Cruz Roja y de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Primero recaló en la Universidad de San Sebastián y luego en Alicante, donde, en la actualidad, cursa un doctorado en Enfermería y Cultura de los Cuidados.
Ahora el Gobierno le acaba de conceder la “condición de refugiado y el derecho de asilo” por su condición sexual, gracias a la nueva Ley de Asilo, aprobada el año pasado. “España reconoce plenamente la diversidad sexual, es un país ejemplar que amplía los derechos de las minorías”, aseguró Velandia, que colabora activamente con el colectivo Decide – t de lesbianas, gay, bisexuales y transexuales de Alicante, y que es autor de la exposición de fotografías In – visibles: naturalezas transgresoras que se puede visitar en la Universidad de Alicante, y que muestra unas muñecas Barbie transexuales. Velandia destacó: “Ahora podré salir de España otra vez, aunque no ir a Colombia, pero tendré pasaporte español para continuar luchando”, afirmó el también cofundador en 1976 del Movimiento de Liberación Sexual en Colombia.
Desde que se instaló en Alicante colabora con el colectivo Decide – t, y reflexiona que para él ser gay en España “ha sido difícil”. “No conoces el escenario, ni las reglas”, refiere, aunque aplaude los avances sociales y legislativos conseguidos para los homosexuales. “España hoy es un referente mundial, los debates de aquí se siguen con interés en otros países”, admitió este activista del movimiento de liberación sexual que, no obstante, lanzó una reflexión: “A pesar de los avances, las dos Españas se reproducen en el mundo gay, entre aquellos que sufrieron persecución y cárcel en el franquismo por su orientación sexual, y los jóvenes que la viven con naturalidad y libertad hay grandes diferencias vitales”.
Josep Fuster, coordinador de Decide – t, se congratuló por el reconocimiento a Velandia y su nueva condición de refugiado. “La homofobia mata, es intolerable y por eso es necesario una actitud más beligerante ante los flagrantes abusos a los derechos del colectivo LGTG”, dijo. Las muestras de apoyo y solidaridad también llegaron por parte de otros colectivos colombianos.
Publicado en el diario El País
Autor: Ezequiel Moltó
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