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martes, 7 de julio de 2015

Noticias débiles



Buceando hace unos días por ese invento maligno de nuestro tiempo llamado Internet, me encontré con una de esas noticias que se sitúan rápidamente en los titulares de todos los medios no sólo por su trasfondo humano, también porque ayuda a tomar conciencia de dónde nos encontramos. La noticia en cuestión contaba la desesperada historia de Manuel (no recuerdo los apellidos, si es que realmente estaban en la información), un honrado trabajador de Granada que se había puesto en huelga de hambre delante del Rectorado de la Universidad de la ciudad andaluza para denunciar que su hija no se iba a presentar a las pruebas de Selectividad porque no podía hacer frente al pago de las tasas, que venían a ser unos 180 euros. Su sueldo, de poco más de 600, no le da para más a pesar de que trabaja 12 horas al día, seis días a la semana. Aunque yo encontré la noticia en Twitter gracias a un par de compañeros de profesión y -algún artículo mejor escrito que este-, ya debía haber caducado, porque el texto que me llegó hablaba de que el pobre Manuel llevaba ya varios días de huelga. 

Tras un paso fugaz por casi todos los programas matinales y telediarios varios, amén de alguna página de periódico (local, por supuesto, porque historias así no interesan en la capital ni a las afueras), Manuel contaba que un familiar suyo lo había convencido para que abandonara su protesta, con la promesa de facilitarle a su hija el emigrar a Canadá –donde residen estos pudientes familiares- para poder continuar allí sus estudios. Entre las búsquedas que realicé, que acotaban el hecho en apenas una semana –el tiempo máximo que suelen durar para los medios estas historias-, encontré otra noticia que hacía relación a este héroe anónimo de nombre tan genuinamente español. Y es que, al parecer, esta era su segunda huelga de hambre, ya que hace 4 años la precariedad le llevó a perder su casa por no poder pagar la hipoteca. Resuelto el problema de la hija, aparentemente, la epopeya de este hombre se fue diluyendo entre los problemas de Grecia, la confrontación entre Rajoy y Pablo Iglesias y la salida de Casillas y Sergio Ramos del Madrid. Como decía Juan José Millás, que de periodismo sabe bastante más que yo, lo de Manuel y su futura universitaria en Canadá, fue una de esas noticias que se pueden calificar de “débiles”. 

Como llegan, se van, sin nadie que se interese por el antes ni el después; ni el cómo ni el por qué. En el fondo de esta cuestión, sin embargo, habitaba una realidad tan fea y preocupante como la vida de este sujeto, una realidad que habla de miles de estudiantes que tendrán que abandonar sus estudios porque sus familias no pueden pagar unas matrículas y tasas concebidas solo para unos pocos. Una educación al alcance de unos cuantos bolsillos que deja a cientos de jóvenes sin presente ni futuro, a pesar de que un día gente como Manuel demuestra que ellos, le pese a quien le pese, también existen y cuentan.

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